Debemos transformarnos, a la luz de las Escrituras, en agentes de salud mental
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define así salud mental: “Un estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad”.[i]
La OMS define la discapacidad como: “Cualquier restricción o impedimento de la capacidad de realizar una actividad en la forma o dentro del margen que se considera normal para el ser humano”.
Mucha de la población infantil en el mundo hoy, presenta trastornos socioemocionales no asociados a la discapacidad. Quise iniciar el presente artículo con las definiciones que la OMS tiene sobre ambos temas. Se ha estimado que aproximadamente un 20% de los niños, niñas y adolescentes sufren algún tipo de enfermedad mental. Diversos estudios han reportado que entre un 5% y un 26% de la población, presenta problemas emocionales y de comportamiento. La presencia de este tipo de problemas en niños y adolescentes, puede generar importantes dificultades respecto de su funcionamiento social, académico y emocional (Brauner y Stephens, 2006); limitando sus oportunidades de integración social en la adolescencia, afectando el desarrollo de sus relaciones con pares, padres, profesores e incluso con sus parejas (Naciones Unidas, 2014). Por otra parte, un adecuado desarrollo de las habilidades emocionales ha demostrado tener un alto impacto sobre la vida de las personas, a nivel de las relaciones interpersonales, el bienestar psicológico, el desempeño académico, la conducta y el bienestar general (Eisenberg, 2006; Fernández-Berrocal y Ruiz Aranda, 2008; Lopes, 2005). Además, se ha observado que las personas con un mayor desarrollo de estas habilidades, describen una menor presencia de sintomatología depresiva (Goldenberg, Matheson y Mantler, 2006).[ii] Esta información es alarmante, angustiante y precisa un despertar inmediato en el pueblo de Dios.
Mateo 9:36 (NBLA) expresa lo siguiente: «Y viendo las multitudes, tuvo compasión de ellas, porque estaban angustiadas y abatidas como ovejas que no tienen pastor». Por otra parte, todos conocemos el escenario donde estaba Jesús en compañía de sus discípulos y estos, algos nerviosos, querían disipar la vista del Maestro, dejando a un lado a los inquietantes niños, bulliciosos e incluso, puedo llegar a imaginarme, alguno impaciente y ruidoso por demás. ¿Cuál fue la respuesta del Maestro? Jesús dijo: «Dejen a los niños, y no les impidan que vengan a Mí, porque de los que son como estos es el reino de los cielos» (Mateo 19:14).
Satanás no sólo está utilizando drogas y todo tipo de artimañas para destruir a la juventud; también está atacando a las infancias con todo tipo de distracciones, y dañando la mente de los más pequeños.
Veamos juntos algunos datos. Las estimaciones indican que un 13% de los adolescentes de entre 10 y 19 años padece un trastorno mental diagnosticado. El suicidio es la cuarta causa principal de muerte entre los adolescentes de 15 a 19 años. Cada año, casi 46.000 niños de entre 10 y 19 años se quitan la vida; es decir, un niño cada 11 minutos.[iii] El estudio de UNICEF y Gallup revela que una gran mayoría de personas de gran parte de los países, creen que nadie tendría que sufrir los problemas de salud mental en soledad. En su opinión, la mejor solución es compartir las experiencias y buscar ayuda. Sin embargo, millones de personas de todo el mundo no tienen una persona con la que hablar o a la que pedir ayuda.
Es ahí donde los educadores cristianos, líderes de adolescentes, debemos levantarnos y transformarnos a la luz de las Escrituras, en agentes de salud mental.
Un agente de salud mental es aquella persona que impacta en el desarrollo emocional de otra. Debemos trabajar con las familias, enseñando que ellos son, en primera línea, los agentes de mayor influencia en el desarrollo de la psiquis de su hijo. El desarrollo emocional depende de aspectos vinculares complejos que pueden tener una connotación positiva, constructiva, o negativa –destructiva.
Jesús, cuando llegaba a una vida, no solo la impactaba, sino que la transformaba: En aquel tiempo, Jesús salió de nuevo a caminar por la orilla del lago; toda la muchedumbre lo seguía y Él les hablaba. Al pasar, vio a Leví (Mateo), el hijo de Alfeo, sentado en el banco de los impuestos, y le dijo: “Sígueme”. Él se levantó y lo siguió. Mientras Jesús estaba a la mesa en casa de Leví, muchos publicanos y pecadores se sentaron a la mesa junto con Jesús y sus discípulos, porque eran muchos los que lo seguían. Entonces, unos escribas de la secta de los fariseos, viéndolo comer con los pecadores y publicanos, preguntaron a sus discípulos: “¿Por qué su maestro come y bebe en compañía de publícanos y pecadores?”. Habiendo oído esto, Jesús les dijo: “No son los sanos los que tienen necesidad de médico, sino los enfermos. Yo no he venido para llamar a los justos, sino a los pecadores”. ¿Quién era Mateo? Pues un publicano, los cuales tenían muy mala reputación en el pueblo; además, por los judíos eran mirados como pecadores públicos, con los cuales debían de evitar todo trato y relación. Pero Jesús, que no se deja llevar por las apariencias ni por lo externo, decide en su amor llamar a Mateo para que lo siga. Esto nos deja clara una cosa: Dios llama a quien quiere y cuando quiere, sin importar lo externo; más bien, mirando siempre el corazón.
¿Estamos mirando el corazón y la mente de pequeños que están siendo distorsionados, alterados, al borde, algunos, de los psicofármacos? Claro que hay muchos casos en que la indicación de un psicofármaco en niños y jóvenes puede estar justificada con buen criterio. Pero la tendencia mixta a la medicalización del malestar y la extensión de las fronteras de lo terapéutico hacia un número de circunstancias cada vez mayores, es algo insoslayable. En el próximo número estaremos trabajando aspectos prácticos para intervenir como agentes positivos en los niños. No te lo pierdas.
[i] Salud Mental Guía del promotor comunitario
[ii] Problemas Socioemocionales en Niños con Discapacidad Auditiva, Discapacidad Visual y Desarrollo Típico. Revista Latinoamericana de Educación Inclusiva, 2021, 15(1), 95-116 https://doi.org/10.4067/s0718-73782021000100095
[iii] https://www.unicef.org/es/informes/estado-mundial-de-la-infancia-2021