LA REVISTA CRISTIANA PARA LA MUJER DE HOY
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¿Quién NO es DIOS?

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La mejor manera de entender quién es Dios, siempre ha sido y seguirá siendo, estudiar las Escrituras, la Biblia…

El mes pasado, durante una conversación acerca de la redefinición que muchos términos están experimentando en nuestros días, decidí que intentaría escribir un artículo acerca del concepto que en la actualidad se tiene de Dios.

Para muchos, ni siquiera es un concepto digno de explorar, quizás porque lo consideran sólo eso, un concepto, en vez de reconocer que se trata de un ser; el Ser que creó el universo, algo que esta sociedad eminentemente urbanita en la que nos movemos y que ha dejado de estar en contacto con la tierra, con la naturaleza, desconoce. Ignoran la maravilla y poder de la naturaleza, ¡ignoran a su Creador! creyendo (en su religión sin Dios) sus propios dogmas del “poderío humano”.

Definitivamente quieren quitar a Dios de la ecuación de la vida (cuando Él es el dador de ella – Juan 1:3,4), y en su soberbia, el hombre ha comenzado a utilizar este término, “dios”, como algo cotidiano, incluso en expresiones para maldecir o insultar.

No podemos evitar que los que no creen persistan en su ignorancia, en su error, hablando y decidiendo acerca de lo que no conocen.

Pero los que decimos que creemos en Él, en Dios, nuestro Creador y Señor, ¿tenemos claro quién es Él? Más aún, ¿tenemos claro quién no es Él?

Hemos de reconocer que estamos en este mundo, y aunque el Señor nos guarda del mal que hay en él, no nos aísla de él, por lo cual, como el polvo a los pies en el camino, las tendencias y pensamientos que rigen esta sociedad, también se nos adhieren, sin pretenderlo nosotros. Por eso, hemos de estar constantemente comprobando nuestro estado y renovando nuestro entendimiento (Romanos 12:2).

Me preocupa, sobre todo, el entendimiento del concepto de Dios por parte de las nuevas generaciones. A Él le llamamos nuestro Padre celestial, y me pregunto, ¿cómo van a entender este apelativo o definición de Dios cuando el término “padre” ha cambiado tanto de significado en los últimos años? ¿Qué es un “padre” para quienes están sumergidos en los dogmas de esta sociedad post cristiana? Evidentemente, no es lo mismo que era hace 50 años, hace 30 años, hace… Ha cambiado el concepto, se ha cambiado la definición sin avisar de ello. Y quizás nuestro concepto de Dios se haya visto comprometido por ello… ¡¡Estemos alertas en cuanto a esto!!

Personalmente no me veo capaz de definir a Dios. La mejor manera de entender quién es Él siempre ha sido y seguirá siendo, estudiar las Escrituras, la Biblia, que es la Palabra de Dios dejada por Él para nosotros, para nuestra guía y desarrollo; y hacerlo, estudiarla, con la ayuda del Espíritu Santo, que mora dentro de aquellos que han decidido creer a Cristo.

Sin embargo, sí creo que voy a atreverme a listar una serie de definiciones que no son Él. Una serie de conceptos equivocados que han hecho que muchos tengan una visión errónea, deformada, de la persona de nuestro Señor y Creador, del todopoderoso Dios del universo.

Dios no es un ser humano como yo

Aunque en el plan de salvación de Dios para el ser humano, Él decidió hacerse hombre en la persona de su Hijo Jesucristo, Dios no es un hombre: “Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?» (Números 23:19).

¿Estamos tratando a Dios como si fuera uno de nosotros? Porque no lo es. Lo que Él dice, es así; es ley. No se interpreta según el momento de nuestra vida en que lo queramos aplicar. Si Él nos pide que no mintamos, no lo haremos de niños, usando nuestras mentirijillas para evitar el castigo; pero tampoco lo haremos como adultos, para conseguir un trabajo o evitar un desembolso económico. Dios no es uno de nosotros, al que dé igual, o no, que le den largas o releguen… Si lo hacemos, tendremos que enfrentar las consecuencias, porque Él es serio, su sí es sí, y su no, no. Es por esto mismo que sus afectos, su amor, son eternos, porque Él no puede negarse a sí mismo: “…se inflama toda mi compasión. No ejecutaré el ardor de mi ira, ni volveré para destruir a Efraín; porque Dios soy, y no hombre, el Santo en medio de ti” (Oseas 11:9).

Dios no es un colega o un amigo

Confundir a Dios con la persona de Jesucristo hombre, puede causar muchos problemas. Ciertamente, cuando el Señor Jesús estuvo aquí en la tierra, Él nos llamó amigos… pero lo hizo Él, no sus discípulos. A ellos no se les hubiera ocurrido llamar “amigo” a Jesús. Además, cuando Él nos concede este título, lo hace con una condición: “si hacéis lo que yo os mando” (Juan 15:14). No se trata, pues, de que el Señor y yo estemos en un plano de igualdad, sino de que el amor de Dios le impele a la cercanía con sus hijos. Él nos puede llamar “amigos”, nosotros lo que tenemos que hacer es demostrar que lo somos, haciendo lo que Él pide de nosotros.

Dios no es una figura mítica

Los mitos siempre han existido. Se trata de fábulas o ficciones alegóricas para explicar algo inexplicable, o dar seguridad ante lo impredecible de la existencia. Existían en las antiguas civilizaciones y existen hoy en día, aunque ahora les llamamos “super héroes”. Pues bien, Dios no es un mito. Él es un ser, el SER, el creador de la vida y de todo lo que existe. Es lo primero que se nos dice: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra” (Génesis 1:1). Los que creemos en Él, lo conocemos, hablamos con Él, dependemos de Él, amamos por Él, nos enfadamos con Él… Él es real, y la experiencia de cualquiera de sus hijos te confirmará esto.

Dios no es un juez implacable

Si lo fuera, la tierra ya no existiría: “porque Dios misericordioso es Jehová tu Dios; no te dejará, ni te destruirá, ni se olvidará del pacto que les juró a tus padres” (Deuteronomio 4:31). El Dios todopoderoso puso sus normas, y las consecuencias al no cumplimiento de esas normas. Él es un Dios de orden, y por tanto tiene reglas para que la existencia sea la mejor posible. Y aunque vez tras vez el género humano incumple esas normas, Él tiene paciencia y nos manda un Abogado en la persona de Cristo, para que a través de Él quedemos libres de culpa y seamos salvados de las consecuencias de la transgresión. No sólo es Dios un juez justo, sino que, además, nos provee el modo de librarnos de la condena eterna.

Dios no es un abuelito afable ni un “tío de América”

Para muchos, su concepto de Dios se reduce a alguien a quien acudir cuando las cosas se ponen mal, necesitamos algo o simplemente lo deseamos. ¡Qué equivocación! Dios, que es generoso en extremo y poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, es también soberano. Y esto quiere decir, que se rige por su voluntad perfecta. Y es esa voluntad la que nos da o nos quita. Ciertamente, como Padre bueno y misericordioso que es, va a conocer las necesidades de los suyos y va a tener en cuenta sus deseos, pero Él no puede ser manipulado ni forzado para hacer lo que nosotros queramos.

No puedo extenderme más, pero habría mucho más que decir acerca de lo que NO es Dios… y muchísimo más acerca de lo que SÍ es Él: Santo, Perfecto, Todopoderoso, Inescrutable, Misericordioso, Bueno, Invisible, Fiel, Dios de dioses, Omnipresente, Vida, Verbo, Universal, Justo, Pacífico, Padre celestial, Generoso, Único… ¡¡A Él sea la gloria y el imperio por los siglos de los siglos!!

Débora Fernández de Byle