LA REVISTA CRISTIANA PARA LA MUJER DE HOY
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Mujeres que dejan huella: Gloria Rodríguez Valdivieso

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Clubes Bíblicos, autobuses, terrazas y teléfonos son algunas de sus herramientas para evangelizar…

Hoy he estado hablando con Gloria… Su mente alerta, inquisitiva, me deja sin palabras. A sus 96 años, sigue activa desde su casa. La salud ya no le acompaña para salir, como lo hizo durante muchos años, y recorrer Sevilla en sus autobuses públicos, con su pase de la tercera edad, ofreciendo folletos evangelísticos, cariño y conversación no sólo agradable sino “salada”, a quienes el Señor sentaba a su lado en este urbano medio de transporte. Proclamaba el Evangelio de Cristo a todos los que quisieran escuchar.

Gloria nació en Tetuán, cuando esta ciudad era la capital del protectorado español de Marruecos. El ambiente multicultural en el que se movía, la ayudó a desarrollar una mente despierta y curiosa, que más tarde la acompañaría en las múltiples facetas de su vida. Siempre menciona con cariño las tres culturas presentes en su niñez: árabe, española y hebrea, descendientes estos últimos de los sefardíes expulsados de España en el s. XV.

Sus padres eran españoles, andaluces, y se conocieron en Cádiz, aunque la mamá era de Granada y su padre almeriense. El abuelo paterno de Gloria, supo ella ya muchos años después, había sido escritor, amigo de los evangélicos, y estuvo en la cárcel debido a su denuedo por decir la verdad. Incluso llegó a proporcionar Biblias a quienes lo deseaban.

La familia se trasladó a Tetuán cuando el padre consiguió un trabajo en la Sociedad de Autores (después trabajaría en la Tabacalera), y allí tuvieron a 9 de sus 11 hijos. Gloria fue, precisamente, la novena.

Pepita, la hermana mayor, asistió a las clases que impartía una maestra en su casa. Esta señora, misionera de Gibraltar, explicó el evangelio a sus alumnos y, a través de Pepita, llegaron a casa las buenas nuevas de salvación en Cristo. Gloria las recibió muchos años después.

Después de la Segunda Guerra Mundial, Gloria trabajaba en la empresa telecomunicaciones del norte de Marruecos, que se llamaba Torres Quevedo S.A. Para entonces, su hermana Pepita ya se había casado, y una hermana y un hermano habían creído en Cristo como Salvador

 A Gloria le gusta decir que ella se convirtió a la VERDAD y, por tanto, al Señor (Juan 14:6), y con 22 años se bautizó en el arroyo del Quitzán, en el monte Gorgues.

Un día, decidida a dar a conocer su nueva condición de hija de Dios, valientemente confesó a sus compañeras de trabajo, con las que rezaba el ángelus cada día, que ya no lo haría más, porque había descubierto la Verdad, claramente expuesta en la Biblia. Esto le valió el desprecio de algunos compañeros, que le negaban el saludo. Pero otros la apreciaban, entre ellos su jefe, que más tarde reconocería que Gloria era de lo mejor que había en su empresa.

Para entonces, Gloria vivía con su madre y una hermana mayor; su padre ya había fallecido y sus muchos hermanos estaban casados o desplazados por trabajo.  Ella trabajaba en el departamento de la radio, que dependía de la empresa, Radio Dersa, y suplía a veces a la locutora. Una Navidad le ofrecieron la oportunidad, a algunos de los empleados, de felicitar en directo a los oyentes. Gloria, valientemente les citó frases de la Biblia, para sorpresa de algunos, y delicia de una de las pocas creyentes que lo oyeron.

Después de rendirse a Cristo, su innata curiosidad la llevó a relacionarse con muchos otros creyentes que poco a poco le fueron aportando enseñanzas y experiencia. Una misionera para el mundo musulmán, de la North African Mission, Joyce Morgan, estuvo hospedada en su casa durante meses, y fue una gran influencia para Gloria, que disfrutaba orando y leyendo la Palabra con ella. Joyce fue quien le dio a Gloria un folleto acerca de la Escuela Bíblica de Señoritas que regentaba la misionera de origen cubano María Bolet, en Tánger.

Tiempo después, la madre de Gloria se fue con el Señor y su hermana se mudó a Casablanca, por lo que Gloria decidió pedir una excedencia en su trabajo y matricularse en la Escuela Bíblica de Tánger. Es hermoso escucharla hablar de esta ciudad del norte de África. Te relata de tal manera su experiencia allí, que te parece estar paseando por esta interesante ciudad y oliendo los deliciosos aromas del entorno.

Al terminar sus estudios, María Bolet pidió a Gloria que se quedara a trabajar con ellas, en la misión Movimiento de Clubes Bíblicos Juveniles, dedicada principalmente a promover el Evangelio entre los niños. Gloria dijo sí a esta oportunidad que el Señor le presentó, y se despidió definitivamente de su empresa de telecomunicaciones para dedicarse por entero a la empresa sublime de comunicar a otros las buenas noticias de salvación en Cristo.

Un tiempo después, la Escuela Bíblica tuvo que trasladarse a Err, en el lado francés de los Pirineos, debido a la salud de   María. El hecho de que fuera en Francia se debió a que ésta se encontraba en la lista negra del régimen gobernante en España; y el propósito de elegir la frontera fue estar más cerca de las jóvenes españolas que solicitaran ingresar en la Escuela.

En la misión necesitaban a alguien que tradujese al español los manuales que llegaban de Estados Unidos, así que María Bolet, confiando en Gloria, que tenía ciertas nociones de inglés, le encomendó esta tarea, y no fue defraudada. Ni corta ni perezosa, Gloria a golpe de diccionario la llevó a cabo bien.

Llegó el momento de volver a España, y Gloria lo hizo de la mano de Ana Carman, una de sus maestras en la Escuela Bíblica, quien la acogió en su casa de Zaragoza. Allí estuvo unos años, siempre trabajando entre los niños y sustentada por su amor por el evangelio… y por su Señor.

Pero llegó el momento también en que el Señor le hizo entender que debía dejar Zaragoza. Durante los veranos habían estado organizando Escuelas Bíblicas de Vacaciones en distintas localidades, y Gloria ya conocía a los ancianos de una iglesia en Sevilla,por las veces que con este fin los había visitado. De modo que cuando se le presentó la disyuntiva de escoger dónde ir, al recorrer con la mente los lugares conocidos y detenerse en Sevilla, tuvo la certeza de que era allí donde la mandaba el Señor. Fue una gran bendición estar unos meses con la familia de Don Carlos Schiffer, uno de los ancianos, que amablemente la acogió entre ellos. Y a partir de entonces siempre ha asistido a la iglesia “Betania”. Empezaba el año 1971.

Además de su ministerio entre los niños, ha colaborado fielmente en las reuniones de mujeres y en el coro de la iglesia (estudió en el Conservatorio de Música de Tetuán), aunque su vocación primera siempre ha sido la evangelización. La recuerdo siempre repartiendo tratados evangelísticos en reuniones al aire libre o campañas, pero sobre todo en su personal estilo de vida. Como mencionábamos al principio, subida en el autobús público, orando a Dios para que sentara a su lado a un corazón receptivo, y transmitiéndole el evangelio a aquel que Dios traía. Y como hacía el mismo trayecto una y otra vez, aprovechaba para discipular en esta “unidad móvil” a aquellos interesados, acompañándolos a su casa a pie cuando bajaban del autobús, para tener más tiempo con ellos; después, ella regresaba a su “carroza de luz”. Recuerdo a varios queridos hermanos de la iglesia alcanzados a través de este ministerio de Gloria…

Durante toda esta etapa, muchos años, siguió colaborando, además, con su Misión: Clubes, campamentos, traducciones… ¡Y con nuestra revista, Caminemos Juntas! Gloria ha estado escribiendo, corrigiendo, traduciendo e investigando para este ministerio casi desde su fundación. Siempre la oiremos agradecer a Gloria Morris la oportunidad y el ánimo que le dio para escribir los artículos que nuestras lectoras ya conocen y disfrutan.

Pero la vida, que da muchas vueltas, también trajo a la de Gloria dificultades. En los últimos años, además de la enfermedad de su hermana Pepita a la que ella cuidó hasta el final, ha tenido que sufrir la rotura de sus dos piernas, lo cual la ha mantenido confinada en casa. Pero eso tampoco ha impedido que su corazón de evangelista siga impulsando su día a día. Me consta que ha incrementado su ministerio de oración e intercesión, y que ¡¡sigue evangelizando desde su terraza!! Como vive en una planta primera, ha puesto letreros en el balcón con versículos bíblicos, y está alerta para ver quién pasa por la calle y los lee, y, si puede, entabla conversación con ellos, desde arriba, y les manda folletos o evangelios, que a veces descuelga en una cesta que tiene preparada para tal propósito.

¡Qué ejemplo para mí! ¡Para todas! Ni la imposibilidad física apaga la llama de un corazón que arde por su Señor.

¡Pero todavía hay más! En esta era de lo digital, Gloria aprovecha los medios, como Whatsapp, para enviar la Palabra a sus contactos que todavía no han rendido su vida a Cristo. Cada noche, fielmente, escribe unos versículos y los envía; ¡ya casi ha terminado los cuatro Evangelios!

Disfruto al hablar con Gloria, con su chispa y sentido del humor. Una vida tan dedicada al Señor, tan interesante, narrada de forma exquisita por quien la ha vivido, siempre es una bendición. Pero ella nunca estará de acuerdo conmigo en esto; se siente como Pablo, indigna… como lo somos todos pero no todos reconocemos. Su imagen favorita es aquella que compara la vida cristiana con un carro, tirado por dos caballos que no van en la misma dirección; siempre luchando con nuestra vieja naturaleza. Pero su versículo favorito es su secreto para el éxito: “Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad” (2ªCorintios 12:9).

El éxito de una vida rendida a Cristo. ¡Quiero pisar en las huellas que ella deja!

Débora Fernández de Byle