El Síndrome de Intestino Irritable
Los trastornos evacuatorios pueden presentarse en la mayoría de las personas entre 30 y 50 años, aunque muchos síntomas pueden comenzar a rastrearse desde la infancia. Lamentablemente, las mujeres padecemos estos temas frecuentemente, y es causa no solo de preocupación sino de incomodidad.
El Síndrome de Intestino Irritable se encuentra dentro de los desórdenes intestinales. Se define como dolor abdominal recurrente asociado a defecación o en relación con cambios en frecuencia o forma de las deposiciones en ausencia de síntomas de alarma (ejemplo: pérdida de peso, entre otros). Se asocia a distensión abdominal, dispepsia (indigestión), y los síntomas tienen una duración de más de 6 meses y pueden ocurrir por lo menos 1 vez por semana.
Los pacientes pueden presentar los síntomas que ocurren en forma episódica, son variables y frecuentemente se asocian con la ingesta de alimentos. Pueden ser precipitados por situaciones de estrés e interfieren con la vida diaria. Por otro lado, un cuadro infeccioso gastrointestinal, el uso de antibióticos o una cirugía abdominal o pélvica, también pueden desencadenar los síntomas del Síndrome de Intestino Irritable.
Existen síntomas que deben alertarnos para consultar a la mayor brevedad, tales como: sangrado gastrointestinal evidente, presencia de moco, dolor abdominal nocturno o incontinencia nocturna, pérdida de peso no intencional, antecedente familiar de cáncer colorrectal o enfermedad inflamatoria intestinal, masa abdominal palpable, anemia ferropénica, SOMF (sangre oculta en materia fecal) positiva o tener 50 años y no haberse realizado una videocolonoscopia o Screening.
El Síndrome de Intestino Irritable puede aparecerse con diferentes subtipos.
CON DIARREA: Es más frecuente en hombres.
CON CONSTIPACIÓN (ESTREÑIMIENTO): Más frecuente en mujeres.
MIXTO (DIARREA Y CONSTIPACIÓN): Hombres y mujeres con deposiciones blandas y duras en más del 25% de las deposiciones.
NO CLASIFICADO: No cumple con ninguno de los criterios mencionados anteriormente.
Con respecto a las causas, se enuncian alteraciones en el eje intestino cerebro (ansiedad, depresión, traumas en la infancia), alteración de la microbiota, alteraciones en la función motora (transito rápido o lento), alteraciones a nivel intestinal (permeabilidad, hipersensibilidad).
Si presenta estos síntomas es importante que su médico de cabecera tenga en cuenta diagnósticos diferenciales tales como Enfermedad celiaca, intolerancias, enfermedades inflamatorias intestinales, causas infecciosas, carcinoma colorrectal, divertículos y endometriosis… entre otros.
Es muy importante una correcta anamnesis, es decir, un completo interrogatorio, además de la evaluación abdominal; y en muchos casos será necesario el tacto rectal. Como estudios que complementen el examen físico, su médico puede solicitarles los siguientes: Hemograma, perfil de Hierro, TSH, coprocultivo, parasitológico seriado, anticuerpos para Enfermedad celiaca, calprotectina, ESD (Eritrosedimentación) y PCR (Proteína C reactiva), entre otros.
Por último, si se confirma el diagnóstico, será importante realizar un tratamiento el cual incluya modificaciones en la dieta, psicoterapia y tratamiento farmacológico. Con respecto a la dieta, es recomendado realizar comidas regulares y pequeñas porciones, frutas con semillas y alimentos con lactosa, edulcorantes, y en el caso de constipación, aumentar el consumo de fibras. Es de destacar que la dieta deberá ser evaluada acorde a las características de cada paciente, teniendo en cuenta todo su contexto social y laboral. El tratamiento farmacológico puede incluir antiespasmódicos (por ejemplo: Simeticona/Trimebutina, laxantes o antidiarreicos, etc.).
Esta patología es de curso crónico, por eso la importancia de reconocer sus desencadenantes y convivir con ellos para tener un mejor tránsito intestinal.