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Plantas de la Biblia: Retama del desierto

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Aprendamos a ser resistentes como la retama

“ Nuestra apreciada redactora e incansable representante de la revista en el noroeste argentino, Cristina Jamarlli pasó a la presencia del Señor este pasado 5 de Mayo. Sus artículos enriquecieron nuestras vidas y seguirán haciéndolo (Apocalipsis 14:13). ¡Gracias Cristina, hasta pronto!

Subo lentamente la pequeña colina de onduladas formas, una elevación de casi 2.700 pies sobre el nivel del mar, el MONTE NEBO, también llamado montaña de Moab y Pisga. Cierro los ojos y quiero imaginar la contienda del Arcángel Miguel con Satanás, por el cuerpo yacente de Moisés, luego que Dios le hiciera ver desde estas alturas la Tierra Prometida. Sin temor a críticas me descalzo, me cuesta pisar ese lugar donde los invisibles e invencibles pasos de Moisés dejaron huellas.

Piedra, gramilla y escasa vegetación lo cubren. La sequedad es total, castiga la piel. Sigo ascendiendo mientras el paisaje, hoy tierra jordana hachemita, se abre a mis pies. A lo lejos, apenas perceptible, el mítico río Jordán donde de frente acampó el pueblo de Israel antes de cruzarlo.

¡Cuántas historias oídas y leídas desde mi niñez! Voy llegando a la cima por el angosto sendero. Mi máquina registra cada paso, y es entonces que, como naciendo de la nada, pintada apenas en el paisaje, aparece ella: la retama (Spartium junceum). De flores amarillas y tallos como escobas, flexibles y resistentes, a tal punto que su empleo en la cordelería es de arcaicas épocas. El viento la mueve y su perfume de arena y sol me alcanza y detiene.

¿Por qué te nombra Jeremías, el vidente del Antiguo Testamento, consagrado y destinado por Dios para ser profeta antes de su nacimiento?: “Huid, salvad vuestra vida, y sed como retama en el desierto” (48:6). Aunque sensible y retraído, no había amenazas que le hicieran callar cuando juzga a Moab por su altivez y soberbia.

Esta es la más extensa de las profecías contra las naciones gentiles. Aquel Moab, hijo de Lot, formó la nación enemiga de Israel, y su principal pecado fue el orgullo y la altanería de su corazón, tal como relata Isaías, el profeta mesiánico, en el 16:6. Fueron arrojados duramente al desierto. Muchos resistieron y algunos estuvieron presentes en el Día de Pentecostés, cuando las bendiciones del Evangelio se proclamaron por primera vez en el mundo; Hechos 2:11.

¿Sobrevivieron como la retama, que al almacenar humedad en sus raíces vive con el calor abrasador y la sed continua? O quizás signifique hoy, que ellos son una tierra próspera, insertados en las razas que siglo tras siglo esperan el cumplimiento de SU PALABRA.

El sol desde su cenit caía a pleno sobre mí; miré el desierto a la distancia y la sencilla retama parecía decirme: “Resiste, Sus Promesas están cerca”.

Mª Cristina Jamarlli