Céntrate en seguir cuidando, en seguir conquistando aquello que YA se te ha concedido
¡Cuánto que hacer! ¡Cuánta tarea pendiente…! Tanta que ya todo parece una montaña extraordinariamente alta e insalvable. Solo mirarla y se me van las pocas energías que me quedan… ¡Se acerca la fecha límite y no llego! ¡No alcanzo! … ¿Te suena? Qué fácilmente nos vemos envueltos en tantas cosas que nos encontramos incapaces de dar un solo paso en alguna dirección que consiga descongestionar el día a día. ¡Qué frustrante sensación la de no conseguir terminar nunca con la lista de tareas pendientes!
¿No te has preguntado nunca cómo es que algunas personas parecen estar siempre al día? Yo sí, ¿cómo lo consiguen? ¿De dónde sacan estas personas su energía y diligencia? Yo me hago esas preguntas cuando observo algunas de las vidas que me rodean. Y también me hago esas preguntas cuando observo algunas de las vidas, cuyas historias se nos cuentan en las páginas sagradas.
Una de estas personas es Caleb. A veces, cuando leo su historia en el libro de Josué, me canso solo de imaginarlo. En el capítulo 14 de ese libro me quedo sin habla al contemplar a un hombre de 85 años reclamando la tierra que se le había prometido 45 años atrás, y esto después de haber luchado sin tregua desde que entraron en la Tierra de la Promesa liderados por Josué. Quizá los 85 años de entonces no sean los de ahora, pero estoy segura de que no estamos ante la vitalidad de un chaval de 25 años, aunque dime si estas palabras no lo parecen: “Todavía estoy tan fuerte como el día que Moisés me envió… Ahora pues, dame esta región montañosa… con grandes ciudades fortificadas… Tal vez el Señor esté conmigo y los expulsaré…” (Josué 14:11-12).
¡Qué diferente de la actitud de otros en su misma situación! Otros que también recibieron su heredad, como Caleb, pero que “no expulsaron a los cananeos totalmente” (Josué 16:10, 13). Habían recibido la tierra, pero tenían que luchar para hacerla suya; y, si luchaban, Dios les daría la victoria (como a Caleb), pero tenían que trabajar… Sin embargo, se dejan ir… dejan pasar el tiempo, tanto que Josué tiene que decirles: “¿Hasta cuándo pospondréis tomar posesión de la tierra que el Señor, el Dios de Israel, el Dios de vuestros padres, OS HA DADO?” (Josué 18:3).
¿Conoces la palabra “procrastinar”? En los últimos tiempos se ha hecho extraordinariamente común. Significa: “Diferir, aplazar”, retrasar el momento de realizar algo. Y esto por diferentes motivos: por estar demasiado ocupados, por miedo, por pereza, por desidia… por lo que sea, pero retrasamos, retrasamos y retrasamos, para terminar por “no tomar posesión de lo que Dios nos ha concedido”. Israel tenía que luchar y trabajar duro para disfrutar plenamente de lo que Dios ya le había concedido; no sería de otro modo, o trabajaban duro o lo lamentarían (como sucedió finalmente…).
El Señor ya te ha concedido bendiciones: tu vida, tu salud, tu cuerpo, tus capacidades, tu matrimonio, tu familia, tus amigos, tu iglesia, tu casa, tus posesiones, tu trabajo… ¿Qué te HA DADO Dios? Enfócate en seguir cuidando, en seguir conquistando aquello que se te ha concedido. Puede que, como seguramente ocurría con Israel, el trabajo te resulte demasiado, la montaña insalvable, la tarea interminable. Estoy convencida de que ese es el principio del desastre: ¿qué estás mirando? ¿el trabajo, la montaña, la tarea…? Haz como Caleb, ¡hagamos como Caleb! Miremos al Dios que nos CONCEDE, que nos DA, y sigamos luchando en Sus fuerzas. No te pares, no cedas, “…corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, PUESTOS LOS OJOS EN JESÚS, el autor y consumador de la fe… Considerad, pues, a AQUEL que soportó la hostilidad de los pecadores contra sí mismo, para que nos os canséis ni os desaniméis en vuestro corazón” (Hebreos 12:1-3).
Quizá esperas fórmulas sobrenaturales para el éxito en la tarea del día a día, pero no las hay… ¡o sí…! Poder fijar mi mirada en Jesús mientras me esfuerzo cada día, es algo SOBRENATURAL, por lo que me siento una privilegiada. No tires la toalla, recalibra tu “visión”, enfócate en Jesús, y sigue marchando para hacer tuyo lo que ÉL YA TE HA DADO.