Jesús lo dejó todo por ti y por mí…
Como rayo de sol que alumbra al alba
tras una larga noche sin consuelo,
irrumpiste, Señor, en este mundo,
dejando tu palacio allá en el cielo.
Naciste pobre para hacernos ricos…
Viniste al mundo para hacernos bien…
Despreciaste los lujos y palacios,
para abrirnos las puertas del Edén.
Llegaste de puntillas a este mundo,
sin alardes ni anuncios fabulosos.
Los ángeles cantaron tu llegada
a pastores confiados y gozosos.
Un pequeño pesebre fue tu cuna
y unos pobres pañales tus riquezas,
teniendo por dosel el amplio cielo
y alumbrado por rayos de alba luna.
El corazón te da la bienvenida
y humilde hoy te rinde pleitesía;
Y agradecido canta al Rey que vino,
naciendo humilde y ofreciendo vida.