Necesitamos examinar aspectos del carácter de Jesús que podamos emular en nuestro caminar diario
Empieza otro año. Generalmente las personas sienten una necesidad de mirar atrás, hacer un análisis de pérdidas y ganancias, avance o retroceso en la vida diaria, o su éxito en la vida laboral. Algunos tienden a echar la casa por la ventana. Otros salen de compras buscando amuletos para tener prosperidad en el nuevo año. También hay personas que sienten la necesidad de reajustar sus metas, porque terminaron el año con depresión.
Tenemos que enfrentar la realidad de que los años pasan inexorablemente. Nuestros pequeños están llegando a ser abuelos. Encontramos nuevos desafíos porque nuestro cuerpo físico no responde para cumplir los quehaceres que antes hacíamos casi sin pensar. Tenemos problemas con la vista, con el corazón, con la presión arterial, con el reumatismo… ¡Ah… mejor no seguir con la lista!
Recién estaba pensando sobre las huellas que hemos dejado atrás. ¡Mis propias huellas en la vida! Me preguntaba si habré dejado huellas que son ejemplo para los que vienen tras mí… o tal vez son ¡huellas que prefiero olvidar!
El siglo 21 ha traído un desarrollo fantástico en cuanto a tecnología. La medicina ha experimentado un avance increíble… El transporte aéreo ha puesto fin a los largos viajes marítimos de los siglos pasados… La comunicación pasa las noticias al instante, de modo que podemos ver y oír de sucesos en todo el mundo inmediatamente. Muchos de nosotros nos mantenemos al día con las noticias mundiales gracias al avance en la comunicación.
En mi adolescencia, la historia de los dos testigos en Apocalipsis 11:3-12 me fascinaba, ¡parecía ciencia ficción! ¡Ahora ya no es ciencia ficción! No imaginé que yo viviría para ver las maravillas de la televisión, el teléfono móvil, internet, Whatsapp… Estos acortan la distancia enormemente, porque hablamos con seres queridos separados por kilómetros pero quienes parecen estar ¡en el cuarto de al lado! La semana pasada, mi familia estaba festejando un cumpleaños en Canadá, y a la hora de partir la torta, nosotros acá, en Bolivia, unimos nuestras voces para cantarle un “cumpleaños feliz” al cumpleañero. ¡Fue algo muy simpático para nosotros! ausentes del festejo, el unir nuestras voces con las de ellos. Podemos usar este avance en la comunicación para hacer saber a nuestros ausentes que estamos pensando en ellos. Esto fomenta lazos de amor con nuestros seres queridos.
Pero continuemos con el tema de las Huellas… ¿Qué huellas estoy dejando a los que vienen detrás de mí?
La Biblia es un libro que nos muestra vidas ejemplares, y otras no tanto también, trayendo ejemplos que Dios ha establecido para que nosotros podamos copiar, cambiando así nuestra naturaleza pecaminosa. Mediante la obra del Espíritu Santo, los creyentes aprendemos a vivir vidas que son dignas de los hijos de Dios, dejando de este modo huellas dignas de ser seguidas.
Hebreos 12:2 nos presenta la meta que debe llenar la visión de aquel que está en la carrera cristiana: “puestos los ojos en Jesús”, el ejemplo supremo. Es necesario empezar a examinar aspectos del carácter de Jesús que podamos emular en nuestro caminar diario. ¿Cómo hacer esto? Vemos en los evangelios diferentes actitudes acordes con el carácter del Señor Jesús y reflejadas en su trato con la gente:
Compasión: Jesús iba sanando… ayudando… porque veía las gentes desamparadas y dispersas como ovejas sin pastor (Mt.9:36).
Amor incondicional: Jesús, mirándole, amó al joven rico, aunque este amó a sus riquezas más que a Dios (Mr.10:17-22).
Obediencia total a la voluntad de Dios: “Padre… pase de mí esta copa… pero no mi voluntad, sino la tuya (Lc.22:42).
Perdón incondicional: Padre… perdónalos porque no saben lo que hacen (Lc.23:34).
Rechazo absoluto a la hipocresía de fariseos, saduceos y otros que sólo buscaban su propio bienestar (Mr.3:2-5); mirándolos… con enojo… entristecido por la dureza de sus corazones.
A medida que estudiamos los evangelios, encontraremos diferentes facetas del carácter del Señor Jesús que nos ayudan para reemplazar características negativas de nuestro carácter con características positivas que ayudarán a dejar huellas de valor, que permanecerán y guiarán a las generaciones que vienen tras nosotras. Porque las características negativas son como un lastre en nuestra vida de crecimiento espiritual; por eso en Hebreos 12:1 tenemos un desafío para despojarnos de todo peso que pueda arruinar o poner sombras en nuestras huellas de valor en la vida cristiana. Los deportistas que participan en carreras de atletismo, se despojan completamente de todo peso. Ponen a un lado la gorra favorita, los zapatos elegantes, las joyas apreciadas… Lo que sea, porque unos gramos extra pueden causar retraso. Igualmente, en la carrera espiritual que tenemos por delante, tenemos que dejar a un lado nuestros deseos personales y, fijando los ojos en Cristo, correr dejando huellas dignas de ser seguidas.
Es muy importante tratar de no ofender a creyentes jóvenes o inmaduros. Es necesario mirarlos con amor y aceptación en Cristo. Muchas personas tratan de justificar su ausencia y despego, culpando ciertas actitudes negativas que vieron en personas en la congregación. Es cierto que estamos siendo transformados poco a poco a la imagen de Cristo, mediante la obra del Espíritu Santo. No siempre reaccionamos como debe ser, pero debemos andar con cuidado para no ofender. El apóstol Pablo dijo: Traten de vivir de tal manera que ningún hermano se tambalee al verlos… Para el cristiano lo más importante no es comer o beber, sino procurar virtud, paz y gozo del Espíritu Santo (Ro.14:13, 17.B.D.).
El apóstol Pablo fue un hombre que tenía mucho para gloriarse en su vida personal. Había vivido una vida irreprochable. En lo religioso, intachable. Aún más, su religiosidad lo llevó a perseguir a los cristianos hasta la muerte. Pero cuando el Señor Jesús le habló en el camino a Damasco, se dio cuenta de que sus logros anteriores eran basura. “Temblando y temeroso dijo, Señor, ¿qué quieres que haga?” (Hch.9:6). A partir de ese momento, Saulo/Pablo se colocó a las órdenes del Dios Altísimo: “El Señor dijo: Instrumento escogido me es éste para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel” (v.15). Dicho y hecho, Pablo fue un hombre poderoso en la Palabra, llevando el Evangelio a cuantos podía. También fue un hombre especial que usó su conocimiento de las Escrituras, dejando una riqueza de enseñanza en la Iglesia primitiva que ha servido e inspirado a la Iglesia a través de los siglos, hasta llegar a nosotros.
Pablo dijo a los filipenses: “Hermanos… sed imitadores de mí, y mirad a los que así se conducen según el ejemplo que tenéis…” (3:17). El apóstol Pablo en su Carta a los Filipenses, nos da un ejemplo sublime en nuestro Señor Jesucristo. Nos exhorta a seguir ese ejemplo. Posiblemente, alguien podrá pensar que es algo inalcanzable para un ser humano, pecador. Pero también Pablo escribió en 2:13, que Dios produce el querer y el hacer en nosotros por su buena voluntad; que el Espíritu Santo nos enseñará y recordará todo. Con esta hermosa promesa de lo que Dios hará en nosotros, podemos seguir adelante, y nuestra vida mostrará huellas que conviene seguir.
El ejemplo de Saulo, perseguidor, convertido en Pablo, el predicador y viajero, debe inspirarnos a una vida de servicio a Dios. Siguiendo sus huellas mediante la enseñanza bíblica, nosotras también, en nuestro tiempo, dejaremos HUELLAS que ayudarán a otros a seguir en la carrera.