Un movimiento generalizado de alabanza fue instigado por la profetisa María…
No tenemos evidencia bíblica de que María, la hermana de Moisés, tuviera hijos, pero, finalmente, me atrevo a incluirla en la serie sobre “Madres” por las características que a continuación explico.
Su prudencia
Podemos recordar la acción valiente de María al lado del río Nilo, velando sobre aquel “cestito”, que su madre había hecho y que contenía aquel bebé de 3 meses que llegaría a ser Moisés (Ex. 2:2) – el hermano de María. Algunas versiones la llaman “Miriam”.
El faraón, en su intento de limitar el crecimiento de la población hebrea, dio órdenes para que sus bebés varones fueran arrojados al río, y Jocabed (la madre de Moisés) “cumplió” con las órdenes del Faraón, con el simple “desvío” de colocar al niño en la seguridad de una arquilla de juncos bien calafateada con asfalto y brea (2:3) para hacerla impermeable, y luego la colocó precisamente en el río Nilo. María fue posicionada en un lugar para “ver” y cuidar de la cesta, y cuando la hija de Faraón descubrió la arquilla y manifestó su compasión, María tomó rápidamente la iniciativa para ofrecer a la princesa una mujer como nodriza, e inmediatamente buscó a su madre. Así que Jocabed ¡fue una empleada de la Corte Real Egipcia! Mientras su esposo y el resto de sus familiares seguían su vida de esclavos. ¡Cuántas gracias podemos dar al Señor por las madres como Jocabed que muestran una mente inventiva para cuidar a su prole, y por las hijas que muestran prudencia y ayudan a su familia!
Su paciencia
El clamor del pueblo judío, esclavo en Egipto, era, sin duda, una oración constante pidiendo libertad. El Señor estaba preparando un libertador. No sabemos cuántos años habría tenido María aquel día de su encuentro con la hija del Faraón; ¿podemos imaginar que unos 10 años? Sacando cuentas y sumando observamos lo siguiente: Su edad, unos 10 años; Moisés creció como hijo de la Princesa, en el palacio, durante 40 años; Después huyó al desierto, se casó y tuvo familia, durante otros 40 años. ¿Qué implica todo esto? Que cuando el hermano de María regresó para ocupar su sitio como libertador del pueblo de Israel, ella ya sería una anciana de unos 90 años. ¿Habría estado orando María, todos estos años, por su hermano? ¿Dios la escuchaba? Seguramente que sí, a ambas preguntas; por eso, debemos ser conscientes de que habrá tenido que desarrollar mucho el don de la paciencia.
San Pedro también, al hablar de las virtudes, manda: “vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor” (2 P. 1:5-6).
Al llegar al cielo, tengo mucha curiosidad por preguntar a Jocabed si vivió para ver la liberación de su pueblo de la esclavitud de Egipto. Es bastante probable, puesto que en Éxodo 6:20 se nos dice que el padre de Moisés murió a los 130 años. En este caso, aunque como familia, habrán tenido que esperar con mucha paciencia; es posible que la madre también pudiera contemplar a su hijo siendo el brazo de Dios para liderar al pueblo judío.
Es bueno recordar que “la paciencia no avergüenza” a aquel que con tranquilidad espera el momento del Señor. ¿Estás orando por la conversión de tu hijo o para que algún miembro de la familia regrese al Señor? Nuestro Salvador nos enseñó acerca de “la necesidad de orar siempre, y no desmayar” (Lucas 18:1). Así pues, ¡¡adelante, con confianza y tranquilidad, porque el Señor escucha el clamor de nuestro corazón!! ¡Cuántas gracias podemos dar al Señor por las madres como Jocabed que muestran una fe tenaz; e hijas que comparten la paciencia de sus madres!
Su poema
O sea, su canción relatada en Éxodo 15:21: “Cantad a Jehová, porque en extremo se ha engrandecido”. Aquí hay dos cosas que nos llaman la atención:La Biblia describe a María como “profetisa” (Éx. 15:20). Por lo tanto, podemos entender su canción como una profecía. Efectivamente, su canto enseña cómo debemos comprender las circunstancias y eventos como actos del Eterno y, por lo tanto, cómo por medio de ellos, el Señor conforta y anima a Su pueblo al ir reconociendo este Su poder y majestuosidad. ¡Ojalá que las canciones que cantamos en nuestras iglesias tengan una profundidad teológica semejante para ir fortaleciendo nuestra fe total en Dios!
¡Cuántas gracias podemos dar al Señor por las madres que saben interpretar “los hechos de la vida” de tal forma que fortalezcan la fe de todos los miembros de la familia!
Su ejemplo en la salida de Egipto
La narrativa nos informa que María “tomó un pandero en su mano, y todas las mujeres salieron en pos de ella con panderos y danzas”. ¿Podemos volver a considerar la edad de María en este momento? Tendría, por lo menos, unos 90 años cuando dirige la alabanza del pueblo hebreo a su Dios y libertador. Ya habían pasado las 10 plagas y el terror de haber sido perseguidos por el ejército de élite de Egipto. Durante toda la noche habrían tenido que enfrentarse a los elementos y, con rapidez, cruzar el mar rojo. Ahora podían mirar hacia atrás y ver cómo eran destruidos los carros y los soldados egipcios. ¡¡Libertad al fin!! Y es en este momento en el que María toma otra vez el centro del escenario con “un pandero en su mano”. La alegría era desbordante en su corazón, viendo cómo Dios había obrado a favor de su pueblo y cómo Él también había vindicado a su hermano, Moisés. El texto nos señala que la alegría, además de ser desbordante, era también contagiosa, puesto que nos dice que: “todas las mujeres salieron en pos de ella con panderos y danzas”. Fijémonos que el movimiento generalizado de alabanza fue instigado por la profetisa María, puesto que “todas las mujeres”la imitaron y alabaron a Dios.
¡Cuántas gracias podemos dar al Señor por las mujeres que son un ejemplo en su alabanza y devoción al Señor y que, a su vez, estimulan una reacción en cadena!
Mi justificación
Me gustaría explicar mi atrevimiento en cuanto a incluir a esta mujer en la serie sobre “MADRES”. Muchas traducciones dicen: “Y María les respondía”, como si se tratara de una madre orientando a sus hijas, mientras que la versión griega del Antiguo Testamente dice: “Ella las guio”. Efectivamente no tenemos testimonio bíblico de que María la hermana de Moisés tuviera hijos, pero también es evidente que esta profetisa actuó como “madre en Israel” al interpretar su canción de adoración.
¡Cuántas gracias podemos dar al Señor por las “madres en Su pueblo” que guían a los Suyos en una correcta y adecuada adoración a Dios!