La importancia de la práctica del amor cristiano
Introducción
El autor se denomina a sí mismo “el anciano” (v. 1).
La similitud y el estilo literario de las tres epístolas refuerzan el argumento de una autoría común. La mayoría de eruditos creen que efectivamente el apóstol Juan, ya anciano, escribió las tres cartas. El lugar y la fecha sería el mismo para las tres; alrededor del año 90 d.C. en la ciudad de Éfeso.
Aunque la carta está dirigida aparentemente a una mujer, sin embargo, el argumento general indica que la destinataria es una iglesia y no una familia en particular (vv. 4, 13).
El propósito del Autor:
- Destacar el lugar que debe ocupar el amor dentro de la comunidad cristiana (vv. 5, 6).
- Prevenir a sus lectores del peligro que constituyen ciertos falsos maestros, y su enseñanza, quienes negaban la encarnación del Hijo de Dios (v. 7) y pretendían que su mensaje era “superior” al mensaje cristiano (v. 9). El “anciano” advierte sobre el peligro de recibir a estos falsos maestros en casa, pues brindarles hospitalidad podría conducir a participar en sus malas obras (vv. 10, 11).
Contenido de la Carta:
- Saludo (1 – 3)
- Andar en la verdad (4)
- Andar en el amor (5, 6)
- Advertencia contra los falsos maestros (7 – 11)
- Conclusión (12, 13)
I. El saludo ( 1 – 3 )
Es común para Juan no identificarse por su nombre en ninguno de sus escritos. En su Evangelio se designa a sí mismo como “el discípulo a quien Jesús amaba” (Jn. 13:23; 19:26; 20:2 y 21:7).
En su primera carta sencillamente no se identifica de ninguna manera, y en la que nos ocupa, se denomina como “el anciano”, término que se usa para designar a personas con un ministerio de autoridad en la iglesia (Hch.11:30; 15:2).
Las palabras clave en esta carta son: AMOR y VERDAD.
El amor al que se refiere el apóstol es el que nace del conocimiento de la verdad espiritual (Jn. 14:6).
La verdad divina y su relación con los creyentes:
- Nos une en comunión “… y no sólo yo, sino todos los que han conocido la verdad” (v. 1).
- Es permanente en nosotros (v. 2; Mr. 13:31)
En el carácter del saludo destacan tres aspectos importantes del carácter de Dios:
- La “gracia” sobre la base de la cual son perdonados los pecados de los hombres.
- La “misericordia” por medio de la cual Dios se compadece de las necesidades y desdicha espiritual y moral del hombre a causa del pecado; impotente y sin derecho a reclamar el favor divino.
- La “paz” que resulta de las anteriores y que ha de presidir las relaciones interpersonales a todos los niveles y en todos los ámbitos (Ro. 12:18).
Estos “dones” provienen tanto del Padre como del Hijo… “en verdad y en amor”, la esfera donde gracia, misericordia y paz tienen cabida.
II. Andar en la verdad (4)
“Mucho me regocijé…” (v. 4).
En algunos de sus viajes y visitas, el apóstol había notado la fidelidad y obediencia a la Palabra de “algunos” de los creyentes, ajustándose así al mandamiento divino. Esto llena de alegría el corazón de Juan, y lo manifiesta en su carta para estimularles a seguir en esa línea.
III. Andar en amor (5, 6)
Juan destaca la importancia que tiene la práctica del amor cristiano en la vida y en el testimonio de la Iglesia del Señor.
El ejercicio del amor fraternal no era un mandamiento nuevo, a la manera de las nuevas doctrinas que los falsos maestros estaban introduciendo en la iglesia, sino que desde el principio:
- Cristo enfatizó la supremacía del amor (Jn. 13:34, 35).
- Cristo ejemplificó el amor (Jn. 15:13).
- Cristo mandó que nos amáramos… (Jn. 15: 12, 17).
- Cristo resumió la ley y los profetas (el A.T.) en dos mandamientos (Mt. 22: 36 – 40).
- El apóstol Pablo elevó el amor por encima de todas las virtudes cristianas (1ª Co. 13:13).
- Dios ordena que nos amemos basándose en que Él nos amó primero (1ª Jn. 4: 7 – 10). El amor ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo (Ro. 5:5).
IV. Advertencia contra los falsos maestros (7 – 11)
1. “Porque muchos engañadores…” (v. 7)
¿Quiénes eran? Juan los identifica como “anticristos” que se oponen y rechazan a Cristo. El “anticristo” es un personaje que surgirá en el futuro, al final del tiempo, del cual habló Cristo (Mt. 24: 23 – 25) así como los apóstoles (2ª Ts. 2:3 – 12 y Ap. 13; 16:12 – 16), si bien sólo Juan aplica el término “anticristo”, en sus dos cartas primeras, entendido como todos los que a lo largo de la historia de la Iglesia han tenido espíritu de oposición a Cristo y su doctrina; estos también son llamados “anticristos”.
Juan está advirtiendo a la Iglesia del peligro de cierta secta que llegó a ser conocida como “gnosticismo” (conocimiento), cuyos componentes decían ser cristianos, pero a la vez se arrogaban un conocimiento superior al de los apóstoles.
2. Sus enseñanzas:
- Creían que la materia era mala, y, por lo tanto, Jesús no podía ser Dios.
- Creían que Cristo era una emanación divina que vino sobre Jesús en el momento de su bautismo, y que le abandonó antes de su muerte, posiblemente en Getsemaní.
Por tanto, éstos negaban:
- La encarnación de Cristo, el Hijo de Dios, profetizada en el Antiguo Testamento (Gn.3:15; Is.7:14; 9:6) y manifestada en el Nuevo Testamento en Lucas 1:31-35.
- La divinidad de Jesús (Jn. 8:58; 1:1).
3.“Mirad por vosotros mismos…” (v. 8)
Juan está alertando a los creyentes a:
- Mantenerse firmes en la doctrina de Cristo (1ª Ti. 4:16) a fin de no ser arrastrados por el error.
- Recibir el galardón completo por un servicio constante y fiel.
4. “Los que se extravían…” (v. 9)
Refiriéndose a los falsos maestros, el apóstol quiere enfatizar que, aunque se identifiquen a ellos mismos como cristianos, si no permanecen en la doctrina de Cristo es que nunca han tenido una conversión real.
Juan dice de ellos que “salieron de nosotros, pero no eran de nosotros…” (1ª Jn. 2:19).
5. “… no los recibáis en casa…” (v. 10,11)
¿Quiere esto decir que no debemos recibir a nadie que no sea un fiel hermano probado?
Sabemos que hoy en día existen numerosas sectas que niegan la divinidad de Cristo y otras verdades de la Palabra, y muchos de sus seguidores, casi siempre engañados, tocan a nuestra puerta o nos paran por la calle para “vendernos” su “religión”. No debemos desaprovechar la oportunidad de presentarles el evangelio de Jesucristo y darles la oportunidad de salir de su error.
¿Cómo entender entonces este mandamiento?
Primero, debemos situarnos en el contexto del momento en que Juan escribió esta carta. Entonces los maestros y evangelistas hacían un ministerio itinerante por las iglesias en diferentes ciudades. Éstos eran recibidos y hospedados en las casas de los creyentes, recibiendo lo necesario para sus necesidades. Así lo vemos, por ejemplo, con los discípulos en Lucas 9: 1 – 6.
Juan destaca tres cosas:
- Debían informarse sobre qué clase de doctrina enseñaban para ver si era conforme a la enseñanza apostólica (1ª Jn.4:1 – 3). También tenían la revelación del Antiguo Testamento.
- Estos falsos maestros generalmente habían salido de las iglesias, llegaban con falsas recomendaciones y se hacían pasar por “hermanos” (1ª Co. 5:11; 1ª Ti. 6: 3 – 5).
- “… ni les digáis: ¡Bienvenido!”. Esta forma de saludo era una señal del amor fraternal. Implicaba que el falso “hermano” era capaz de recibir la bendición o el gozo (significado del saludo en griego) y que lo deseaban para él, mientras que él se oponía a Cristo. Recibirlo y darle la bienvenida significaba participar con él en sus “malas obras”.
Conclusión (12 – 14)
A Juan le quedaban muchas cosas en el tintero, pero tenía la esperanza de ir personalmente a visitar a aquellos amados hermanos y gozar de la comunión personal; a la vez, ellos podrían disfrutar de su enseñanza de la Palabra.
Juan concluye como es la costumbre apostólica, símbolo de la comunión y el amor que une a los creyentes en Cristo Jesús en todo el mundo, sin distinción de procedencia, rango ni cultura.
Sólo la práctica del amor fraternal, el conocimiento y la obediencia a la verdad, nos pueden proteger de caer en el engaño y el error que tanto proliferan hoy en día.