Bosquejos de mensajes dados en vida por Gloria Q. de Morris, para estudiar y compartir. No dejéis de leer todas las citas bíblicas para recibir una bendición aún mayor.
PRIMER BOSQUEJO:
EL SIGNIFICADO DEL BAUTISMO DEL SEÑOR – Marcos 1:1-11
En la vida terrenal del Señor hubo varios hitos. Si el primero fue Su nacimiento milagroso en Belén (Lc.2:1-7), el siguiente que tenemos registrado es el de Su bautismo, por Juan el Bautista, en el río Jordán. Para que el cuadro sea completo conviene ver los pasajes paralelos de Mt. 3:13-17; Lc.3:21-23 y Jn.1:29-34.
¡Cómo nos gustaría saber lo que pasó durante esos años “escondidos” en Nazaret! Lo único que se nos dice lo leemos en Lc.2:40 y 52. Rechazamos de plano las historias apócrifas sobre los milagros que hizo de muchacho por lo que nos dice Jn.2:11. La descripción del proceso de Su crecimiento en Lc.2:52 nos muestra que voluntariamente se sometió a las limitaciones de un cuerpo humano. ¿Por qué? Para que nosotras pudiésemos llegar a ser hijas de Dios y herederas de Dios, Gá.4:4-7.
Al mencionarse en los cuatro Evangelios, vemos la importancia de este paso en la vida terrenal del Señor. Juan el Bautista, el precursor del Señor, había sido enviado para “preparar el camino del Señor”. Predicaba y luego bautizaba a sus convertidos en el Jordán, y un día Jesús acudió para ser bautizado (Mt. 3:13-15). ¡Qué momento extraordinario fue este para Juan! porque algo maravilloso sucedió – Mt. 3:16,17. ¿Cuál fue (y es) el significado de Su bautismo? Notemos lo siguiente
En Su bautismo el Señor Jesús:
- Fue declarado por la Autoridad más alta ser la 2ª Persona de la Trinidad, el Hijo de Dios. No podía haber autoridad más elevada, pues Dios Padre mismo dio testimonio de la absoluta Deidad del Señor Jesús – Mt. 3:17, 17:5; Jn.12:28. Mucho antes el profeta Isaías lo había anticipado – Is.9:6, y en su anuncio a María el ángel lo dijo – Lc.1:35. Luego él, Juan el Bautista, también lo dijo – Jn.1:34. La Trinidad se reveló aquí: el Hijo fue bautizado, el Espíritu descendió como paloma, y el Padre habló desde el cielo. Así se revela Su grandeza.
- Demostró que era “manso y humilde de corazón” al someterse voluntariamente a ser bautizado. Se lo pidió a Juan – Mt. 3:13,15. Ahora lee con cuidado Mt. 20:27,28; Fil. 2:5-8. ¿Poseemos nosotras estas virtudes? – 1 P. 5:5. También lo demostró en Jn.13:1-17.
- Expresó Su disposición e intención de ser el Salvador de Su pueblo. Esta era la inauguración pública de su misión. En realidad, no necesitaba ser bautizado, porque no tenía pecados de que arrepentirse y confesar, pero para poder identificarse con el ser humano pecador y poner Su vida inmaculada a la disposición de Su Padre para el propósito de la redención, se sometió al bautismo – Jn.1:29; Mt. 20:28.
- Representó la manera en que Su obra redentora habría de cumplirse, porque al ser:
- Sumergido en el agua, como señala – Mt.3:16; Mr.1:9,10; Jn.3:23, demostraba según Ro.6:4:
- Un cuadro gráfico de la muerte, sepultura y resurrección – ver descripción del Evangelio en 1 Co.15:1-4
- Como Hijo del Hombre fue ungido con el Espíritu Santo para Su ministerio terrenal. Leer Lc.3:21,22 y comparar Lc.4:18 y Hch.10:38. Y ¿qué de nosotras? Antes de poder emprender cualquier trabajo para Él debemos recibir esa misma unción de poder – Lc.11:13; Hch.1:8; 2:4; Ef. 5:18. Si el Señor necesitaba esta unción santa antes de comenzar Su ministerio público… ¡Cuánto más nosotras!
- Nos dejó un ejemplo para que sigamos Sus pisadas – 1 P.2:21. Fue bautizado “para cumplir toda justicia”, o sea, para poder hacer lo que era justo y agradable ante los ojos de Dios. Su palabra para nosotras es: “Sígueme” – Jn.21:22; Mt.28:19; Mr.16:15,16. El libro de Hechos nos demuestra que el bautismo es un mandato (Jn.14:15; Hch.2:37-41; 8:12, 36-39; 9:17,18; 16:14,15)
- Nos enseñó la lección más importante y profunda de todas: Que la plena bendición de Dios sólo puede experimentarse cuando estamos listas para obedecerle de forma absoluta – Mt.3:17 – comparar Hch.9:6; Jn.2:5.
SEGUNDO BOSQUEJO:
LA REALIDAD DE SU TENTACIÓN – Mateo 4:1-11
Inmediatamente después de Su bautismo, el Señor tuvo que soportar la tentación (Mr.1:12). A la aprobación celestial siguió el ataque infernal; después de la paloma, vino el diablo.
Nos cuesta comprender el misterio de esos 40 días de prueba en el desierto, pero hay mucho que podemos aprender de ello.
- El Señor entró en el conflicto bajo la guía del Espíritu Santo. Es importante notar esto (Mt.4:1; Mr.1:12; Lc.4:1,2). No fue por instigación del diablo que fue llevado al desierto, sino por iniciativa propia. No era que Satanás habría de desafiar a Cristo, sino que el Señor lo estaba desafiando a él. Lo habría de exponer y vencer – Mt.12:29. Pero al hacerlo, Él, como Siervo de Jehová, habría de ser probado. Así comenzó a cumplir la profecía de Gn.3:15, que se completará en el futuro – Ap. 20:10,14.
- El momento de Su tentación es significativo. No era la primera ni la última vez que fue tentado. Durante esos primeros 30 años silenciosos había triunfado sobre las tentaciones de la vida diaria. Ahora habría de triunfar sobre las tentaciones relativas a Su ministerio público y Su obra redentora. Estas tentaciones vendrían luego de los 40 días de prueba. En cuanto al momento:
- Después de Su bautismo – Nuestras tentaciones más fuertes vienen luego de alguna bendición.
- Cuando estaba solo – Frecuentemente es así con nosotras.
- Cuando estaba hambriento, o sea, físicamente debilitado. Satanás se aprovecha de nuestros momentos débiles de cansancio, enfermedad, etc…
- Era un conflicto con un enemigo real y poderoso, y sumamente inteligente. Por su orgullo cayó y se convirtió en el peor enemigo de Dios (Is.14:12-14; Lc.10:18; Jn.8:44; 2 Co.11;14; 2 P.2:4; Judas 6). No se puede negar la verdadera naturaleza del diablo.
- El enemigo escogió tres líneas de ataque que se ven en Lc.4:1-13, las mismas de 1 Jn.2:16. Eva fue tentada en estas tres formas, y cedió en cada caso (Gn.3:1-7). Satanás apeló:
- A los “deseos de la carne” – lo físico – Lc.4:2,3.
- A los “deseos de los ojos” – lo estético o mental – Lc.4:5-7, y
- A la “vanagloria de la vida” – lo intelectual y espiritual – Lc.4:9-11. En cada caso la tentación era a desconfiar de Dios.
- El arma con que el Señor silenció y venció al enemigo fue la Palabra de Dios – “Escrito está” (Lc.4:4,8,12). Su uso inmediato de ella muestra cuán familiarizado estaba con las Escrituras, y que aceptaba la autoridad del Antiguo Testamento. El secreto para nuestra victoria es el mismo – Ef. 6:10-17 (especialmente vs. 16,17). No hay otro modo de vencer al enemigo.
- El propósito de la tentación no era ver si el Señor podía o quería pecar, sino para probar que era el inmaculado Hijo de Dios. Al resistir la tentación, en cada punto demostró abiertamente que Él, como el “postrer Adán” (1 Co.15:45), no sólo era inocente (como el primer Adán antes de caer), sino sin pecado, santo. En el desierto venció al diablo, y luego “volvió en el poder del Espíritu a Galilea” (Lc.4:13,14).
- El valor de la tentación del Señor para nosotras. A través de Él, nuestro Señor victorioso, que ha conquistado a Satanás, podemos ser “más que vencedores” (Ro.8:37). Animémonos y regocijémonos leyendo 1 Co.10:13; He.2:17,18; 4:14-16.