Lo primero que deberíamos hacer es preguntarnos: ¿Por qué estoy en este estado?
El estrés es una respuesta del organismo frente a una situación de cambio. El cambio puede ser de origen físico, emocional, laboral, social, etc., pudiendo ser tanto positivo como negativo; por ejemplo, el nacimiento de un bebé o una ruptura sentimental.
El objetivo de nuestro organismo a través del estrés es combatir esa situación.
Si el estrés que sufrimos es pasajero, los niveles hormonales vuelven a la normalidad, y tras el daño causado en nuestro organismo se produce una reparación de éste, porque nuestro organismo siempre intenta reparar el daño causado sin importar el origen del estrés.
El problema surge cuando nuestro cuerpo sufre un estado de estrés prolongado, es decir, de larga duración. Ante esta situación, los daños causados en el organismo se repararán con mayor dificultad y, en muchas situaciones, quedarán secuelas.
Algunos de los problemas relacionados con el estrés son:
Cansancio, irritabilidad, insomnio, depresión, síntomas premenstruales, diabetes, dolor de cabeza, problemas cardiovasculares, hipertensión, anginas de pecho, úlceras de estómago y de intestinos, problemas gastrointestinales, ansiedad…
Consejos para disminuir el estrés:
Lo primero que deberíamos hacer es preguntarnos a nosotros mismos: ¿Por qué estoy en este estado? ¿Qué me lleva a vivir constantemente en un estado de estrés? ¿Qué puedo hacer para disminuirlo, aliviarlo o eliminarlo? Debemos buscar una respuesta por nosotros mismos, con la ayuda del Señor, o, si es necesario, con ayuda de un profesional de la salud.
En segundo lugar, debemos llevar una dieta sana, equilibrada y variada. Hay algunos alimentos que deberíamos evitar, reemplazándolos por otros más convenientes:
El café, el té, bebidas azucaradas, alcohol. El azúcar y los carbohidratos procesados, éstos aumentan los niveles de glucosa rápidamente en nuestro organismo.
En tercer lugar, debemos practicar regularmente ejercicio moderado.
Alimentos y consejos que nos ayudan a aliviar los efectos del estrés:
Vitamina C. Durante un período de estrés, en nuestro organismo se produce una gran demanda de vitamina C: Cítricos, brócolis, tomates, fresas, patatas con piel, pimiento, etc.
Vitamina B. Un déficit de vitamina B puede producir dificultad para la producción de hormonas como la adrenalina y la cortisona; además, la vitamina B trabaja en sinergia con la vitamina C: Cereales integrales, avena, trigo, huevos, legumbres, soja, aguacate, atún, etc.
Vitamina E. Es muy importante para impedir que las hormonas controladoras del estrés no sean destruidas por el oxígeno: Frutos secos, semillas, lechuga, pescado, huevos, etc.
Minerales. El magnesio y el cinc: Almendras, brócolis, ajo, cebolla, tomate, perejil, apio, manzanas, uvas, pollo, sardinas, etc.
Ácidos grasos esenciales. Los omega 3 y 6: Atún, sardinas, salmón, caballa, semillas de girasol y calabaza, lino y frutos secos, etc.
Agua. Recuerda hidratarte; toma alrededor de 2 litros de líquidos al día.
Comer regularmente. Intenta tomar 3 comidas diarias, lo cual te ayudará a que los niveles de glucosa permanezcan constantes.
Aumentar el consumo de fibra. Consumiendo frutas y verduras.
Masticar lentamente.
Alimentos y bebidas que calman el sistema nervioso. Estos nos ayudarán a disminuir la posible tensión y agresividad, síntomas del estrés. Entre ellos tenemos: lechuga, avena, arroz, apio, remolacha, escarola, infusiones como la manzanilla, melisa, tila, valeriana…
Tomar alimentos ricos en triptófano. Como los plátanos, higos, cacao, etc.
Si existe la necesidad de tomar suplementos, ha de ser siempre bajo la recomendación de un profesional de la salud. Los suplementos básicos para estas situaciones son: Vitamina C, B, E y Mg.