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La mamá y el niño: Coraje en un mundo antagonista

¿Cómo criamos a nuestros niños para permanecer firmes en sus convicciones?

Muchas de nosotras, como madres o abuelas, seguramente hemos sido afectadas con la noticia del reciente asesinato de un joven líder cristiano por exponer sus convicciones bíblicas y debatir con quienes tienen opiniones opuestas. El mundo actual quiere callar nuestras voces a través de censura, cancelación y ridiculización, lo sabemos y estamos preparados para estar firmes a pesar de ello. Pero siempre pensamos en persecución violenta hacia creyentes en países como Nigeria o Sudán, no en una ciudad cercana…

¿Cómo criamos a nuestros niños para permanecer firmes en sus convicciones en una sociedad que sanciona a aquellos que se atreven a alzar su voz en contra de las maléficas doctrinas que impregnan todo a nuestro alrededor? ¿Cómo les enseñamos a tener este coraje cuando sabemos que podría poner un blanco de ataque sobre su espalda? Sin embargo, sabemos bien que el estar firmes en la verdad de Su Palabra y tener el coraje de expresar y compartir nuestra fe con otros es lo que Dios espera de cada uno de sus seguidores y aun de nuestros niños.  Desde los primeros cristianos y a través de los siglos, muchos son los mártires que dieron su vida y son ejemplo de esta valentía que Dios espera de nosotros, si el momento llegare en nuestras vidas. Pero, coraje es una virtud necesaria que nuestros hijos deben aprender a temprana edad, y abarca no solo lo dicho sino todo ámbito de conducta.

Tener coraje o valor es aquella virtud o capacidad que el niño necesita desarrollar para poder hacer aquello que es correcto o bueno, aun cuando sea difícil y aun si su grupo de amigos o «iguales» lo ridiculiza. Es aquella fortaleza interior que le permite actuar en forma independiente en contra de la «corriente»; decir «no» con convicción y a su vez influenciar a otros con su actitud. También incluye la audacia necesaria para ser sociable y hacerse de amigos, y la habilidad de tomar decisiones y exponerse al riesgo de tener o no tener éxito.

Podemos enseñarle a nuestro hijo o hija el significado de «coraje» a través de historias, discusiones y juegos; pero es nuestro ejemplo y nuestra alabanza de sus logros o intentos lo que le enseñará a tenerlo y demostrarlo. Comencemos entonces con:

  • Nuestro ejemplo: Es importante que nuestros hijos vean cómo nosotras afrontamos situaciones que demandan coraje; y sin vanagloriarnos, sino de forma instructiva, mostrémosle o contémosle las cosas difíciles que nosotras y otros adultos afrontamos. Si le estamos contando sobre experiencias pasadas, podemos incluir situaciones en que dijimos «no» a la presión de nuestros pares para que probáramos algo nuevo y dañino; o que hicimos lo correcto cuando era más fácil hacer lo opuesto o «lavarnos las manos».
  • Nuestra alabanza: Es importante recompensar con nuestra alabanza toda demostración de coraje, por más pequeña que sea, por parte de nuestros hijos cualquiera sea su edad. La alabanza es por el coraje de intentarlo, ya sea que tuviera éxito o no. El coraje de intentar implica superar la incertidumbre mental y aquel fuerte y rápido latido de su corazón. El coraje es por definición difícil, por eso debemos alabarlo efusivamente. Ejemplos de esto son: ir y hacer amigos con un nuevo alumno en la clase, probar comida distinta o «nueva», leer un libro difícil o con muchas páginas, intentar andar en bicicleta sin ningún tipo de ayuda, no unirse al resto del grupo cuando se están burlando de alguien, etc. Para que nuestro hijo pueda tener coraje es necesario, como base, la confianza, para tener la valentía de ser él mismo y desarrollar su propia individualidad. Podemos, por ejemplo, sentarnos con él y ayudarle a hacer una lista de sus talentos, habilidades, dones y aptitudes. Tratemos de que la lista sea «larga» y que incluya tanto lo más obvio y general, como pequeños detalles. Tengamos cuidado de solo incluir aquello en que realmente han demostrado aptitud o habilidad, no adulemos. Cuando terminemos la lista, leámosla juntos y preguntémosle si hay alguna otra persona que tenga estas mismas aptitudes. Expliquémosle que él es único, nadie es exactamente como él; Dios así lo formó aun desde antes de nacer (Salmos 13:13,16). Por eso es importante que él siempre trate de ser tal y como es, y nunca trate de ser como otro, porque nosotras lo queremos y amamos tal y como es. Alentémosle a desarrollar sus talentos y hobbies para reforzar su individualidad.
  • El significado de coraje: Es importante que en nuestra explicación de coraje tengamos claras ciertas diferencias: tener coraje no es ser pendenciero o camorrista, tampoco es llamar la atención sobre sí mismo.  El ser tímido no implica no tener coraje, ya que coraje es una cualidad de carácter y no de la personalidad. Si tenemos uno o más hijos muy tímidos, ellos deben saber que no estamos tratando de forzarlos a ser extrovertidos o agresivos. Un acto de coraje puede ser callado, su fortaleza está en el interior del individuo y no en el ruido o la atención que logra. Es normal que el latido de nuestro corazón sea más fuerte y se acelere cuando algo nos asusta un poco, pero, a pesar de ello, igualmente podemos hacer aquello que es correcto… y una vez que lo hagamos nos vamos a sentir contentos con nosotros mismos. Leamos con ellos historias bíblicas de coraje como: David, Daniel, Rahab, Rut, Ester, Nehemías, Pablo, etc., animándolos a imaginar cómo estos personajes se sintieron antes y después de cada acto de coraje.
  • Coraje y cautela: Existe un equilibrio entre miedo y cautela. Queremos que nuestros hijos puedan controlar sus temores o miedos y tengan coraje, pero a su vez queremos que sean cautelosos y cuidadosos. Esto es algo que podemos enseñarles en la rutina diaria, tal como esperar que la luz cambie a verde antes de cruzar la calle y aun así mirar a ambos lados; o cuando vamos a la playa y batallamos juntos las olas. Como madres debemos tener cuidado de no ser nosotras las que coartemos el coraje de nuestros niños con nuestros temores. Por ejemplo, si nosotras tenemos miedo a las alturas y nuestro hijo se está subiendo a un tobogán bastante alto en la plaza, no reaccionemos gritando: «¡No! ¡Bájate enseguida que te puedes lastimar!». Si él tiene la edad suficiente como para subir bien escalones y se siente orgulloso de su hazaña, es mejor acercarnos para estar al alcance si es necesario, y dar instrucciones de cautela (si las necesita); traguémonos entonces nuestro miedo y dejémosle ser valiente.
  • La habilidad de tomar decisiones: Desde temprana edad podemos darles oportunidades a nuestros niños para tomar decisiones. El niño de tres años puede decidir qué color de camisa quiere usar ese día, o cuál de sus libros quiere que le leamos. Estas pequeñas elecciones le ayudan al niño a no tener miedo a decidirse por una de las alternativas; y necesitan la práctica.  Por supuesto, las decisiones que demandan la sabiduría de los padres no deben ser expuestas a sus hijos. El preadolescente necesita tomar ciertas resoluciones antes de que la situación se presente para poder tomar decisiones con convicción. Sentémonos con nuestro hijo o hija y expliquémosle la necesidad de hacer una lista de resoluciones antes de que estas nuevas situaciones se presenten y él o ella se encuentre presionado a decidir. Esta lista por ejemplo incluirá: No voy a fumar; No voy a usar drogas; Voy a permanecer virgen hasta el día de mi boda; No voy a actuar en forma cruel (contra deshabilitados, contra animales, contra alguien más pequeño que yo…), etc., y no mantendré amistades con quienes actúen en forma contraria a estas resoluciones.
  • La adolescencia y el grupo de pares: Nuestros hijos necesitan aprender desde temprana edad que la aprobación de su grupo de pares no es necesaria, ya que esta aprobación es inestable: un día somos aceptados, otro día, rechazados, de acuerdo a factores transitorios como qué día es, cómo estamos vestidos, qué programa de televisión vemos o imitamos, etc. Por más que debamos ser corteses y amistosos, no debemos ir en contra de nuestras convicciones para buscar la aprobación de los demás. Ante todo, es la aprobación de Dios lo que buscamos; luego, la aprobación de aquellos que nos quieren por quien somos; y nuestra satisfacción y aprobación interna también es lo que debe importarnos. Alguien que busca continuamente la aprobación de los demás y amolda o conforma su conducta a las reglas transitorias de su grupo de pares, no logra el respeto de otros y termina siendo usado o finalmente rechazado por aquellos que ansía que lo aprueben. Alguien que tiene el coraje de mantenerse firme en sus convicciones y no tiene miedo de ser quien es, puede ser ridiculizado a veces por sus pares, pero no pierde el respeto de los demás, e incluso atrae como amigos a quienes quieren ser como él. 

Rollo May, un eminente psiquiatra y experto en la conducta humana, dijo: «Lo opuesto a coraje en nuestra sociedad no es cobardía, es conformidad». Seamos nosotros buenos ejemplos de coraje y ayudemos a nuestros hijos a tener el coraje necesario para ser fieles a sus convicciones, a controlar sus temores, a tener la audacia de hacer lo correcto, y a tener la habilidad de tomar decisiones aún en medio de presiones externas. Un buen versículo para memorizar y recordar es Josué 1:9; “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas». 

G. Elisabeth Morris de Bryant

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