La artrosis puede ser controlada eficazmente mediante un enfoque integral
¿Qué es la artrosis?
La artrosis, también conocida como osteoartritis, es una enfermedad degenerativa de las articulaciones que se caracteriza por el desgaste progresivo del cartílago articular. El cartílago es un tejido firme y flexible que recubre los extremos de los huesos en las articulaciones, permitiendo que se deslicen suavemente entre sí y absorbiendo el impacto durante el movimiento. Con el tiempo, este cartílago puede volverse más delgado, agrietarse e incluso desaparecer, provocando fricción ósea, dolor y pérdida de movilidad.
Esta enfermedad es más común de lo que pensamos, afectando sobre todo a personas a partir de los 50 años.
Síntomas más frecuentes de la artrosis
- Dolor articular, sobre todo con el movimiento.
- Rigidez, especialmente tras periodos de inactividad o por la mañana.
- Inflamación leve en la articulación afectada.
- Disminución de la movilidad.
Factores de riesgo y causas principales
- Predisposición genética: Las personas con antecedentes familiares de artrosis tienen un riesgo entre un 15 y un 20% mayor de desarrollarla.
- Sobrepeso y obesidad: El exceso de peso aumenta la carga sobre las articulaciones, en especial las de las rodillas, caderas y columna lumbar, acelerando su desgaste.
- Uso excesivo o repetitivo de las articulaciones: Actividades físicas o laborales que implican movimientos repetitivos o sobrecarga de ciertas articulaciones pueden acelerar el deterioro.
- Sedentarismo: La falta de actividad física debilita la musculatura que sostiene las articulaciones, favoreciendo el deterioro.
Tratamiento de la artrosis
El tratamiento convencional se basa mayormente en el uso de antiinflamatorios, analgésicos y, en algunos casos, infiltraciones de ácido hialurónico o corticosteroides. No obstante, estas opciones solo alivian los síntomas y no detienen el avance de la enfermedad.
Cada vez hay más evidencia de que un enfoque integral que incluya la alimentación, el ejercicio físico adecuado y cambios en el estilo de vida, puede mejorar significativamente el pronóstico y reducir la necesidad de medicación.
Alimentación recomendada para la artrosis
Una dieta antiinflamatoria rica en nutrientes puede ayudar a reducir el dolor, proteger las articulaciones y ralentizar la progresión de la enfermedad.
Alimentos ricos en Omega 3
Tienen un potente efecto antiinflamatorio. Se encuentran en:
- Pescado azul: sardinas, salmón, caballa, atún, boquerones.
- Semillas de lino y chía.
- Nueces.
Frutas y verduras con vitaminas antioxidantes (C, A, K y D)
Estas vitaminas protegen el cartílago y estimulan la producción de colágeno.
- Vitamina C: naranjas, kiwis, fresas, pimientos rojos…
- Vitamina K: espinacas, col rizada, brócoli…
- Vitamina A: zanahoria, batata, melón, papaya…
- Vitamina D: exposición al sol; en invierno puede ser recomendable tomar suplementación, siempre bajo control médico.
Alimentos ricos en flavonoides
Compuestos antioxidantes con efecto protector articular.
- Soja, té verde, cacao.
- Manzanas, arándanos, uvas.
Otros
- Cúrcuma: potente antiinflamatorio natural, especialmente eficaz si se combina con pimienta negra.
- Jengibre: también ayuda a reducir la inflamación.
- El ajo y la cebolla.
Alimentos a evitar o reducir
Para controlar la inflamación y mejorar la evolución de la artrosis, conviene limitar o eliminar:
- Lácteos (en algunas personas pueden provocar inflamación).
- Gluten (trigo, cebada, centeno y avena).
- Embutidos y carnes procesadas.
- Azúcar refinado y productos ultra procesados.
- Sal en exceso.
Ejercicio y estilo de vida
El movimiento es esencial para mantener las articulaciones activas y reducir el dolor. Se recomienda:
- Caminar diariamente.
- Ejercicios de bajo impacto: pilates, yoga, natación, bicicleta estática.
- Ejercicios de fortalecimiento muscular (con supervisión).
- Mantener un peso saludable.
- Dormir bien y controlar el estrés.
Conclusión
Aunque la artrosis no tiene cura definitiva, sí puede ser controlada eficazmente mediante un enfoque integral que incluya una alimentación antiinflamatoria, actividad física regular, y control del peso.
Adoptar hábitos saludables no solo mejora los síntomas, sino que puede prevenir el deterioro progresivo de las articulaciones, mejorando así la calidad de vida de quienes la padecen.