LA REVISTA CRISTIANA PARA LA MUJER DE HOY
Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.

Música y letra: Todas las promesas del Señor Jesús

Print Friendly, PDF & Email

Las promesas de Dios nos mantienen firmes y nos permiten continuar en medio de la tempestad

Todas las promesas del Señor Jesús
son apoyo poderoso de mi fe;
Mientras viva aquí cercado de su luz,
siempre en sus promesas confiaré.


Coro:
Grandes, fieles,
las promesas que el Señor Jesús ha dado;
Grandes, fieles,
en ellas para siempre confiaré.


Todas sus promesas para el hombre fiel,
el Señor, en sus bondades, cumplirá;
Y confiado sé que para siempre en Él,
paz eterna mi alma gozará. /Coro


Todas las promesas del Señor serán
gozo y fuerza en nuestra vida terrenal;
Ellas en la dura lid nos sostendrán,
y triunfar podremos sobre el mal. /Coro


Autor: Russell Kelso Carter
Traductor: Vicente Mendoza

No es raro ver a algunos cristianos tristes, arrugados. Van por la vida como si no tuvieran esperanza, arrastrando los pies. A veces nosotros nos encontramos así, hay que reconocerlo. Momentos difíciles hacen que nuestra fe decaiga, que nuestra esperanza escasee y, consecuentemente, nos centramos solo en el problema y en nosotros mismos, y parece que el cielo se ha cerrado. Nuestros sentimientos se vuelven tristes.

Por eso, poemas, himnos como éste nos recuerdan de manera clara que, si bien nosotros tenemos un ánimo variable, las promesas que Dios nos ha dado no oscilan. Ellas son Sí y Amén (2ª Corintios 1:20).

Este es un himno esperanzador, alegre, optimista. Nos habla de las promesas que Dios ha hecho al hombre; que son grandes, fieles y, desde luego, se cumplen. Afirma que las promesas son apoyo de la fe, son un ancla que ayuda a estar situados ante la vida de manera equilibrada. Abraham esperó más de 20 años la llegada de su hijo Isaac, y como dice Romanos 4:20: tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios”.

Las promesas nos mantienen firmes y nos permiten continuar en medio de la tempestad; Hebreos 6:12: “a fin de que no os hagáis perezosos, sino imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas”.

Las promesas de Dios se cumplen. El poeta afirma con contundencia que, por la fidelidad y bondad de Dios, sus promesas serán manifiestas. Las promesas del Señor provocan alegría y fuerza, y la expectativa de recibirlas permitirá ser sostenidos en medio de cada batalla.

El coro afirma rotundamente que las promesas son grandes y fieles, y en ellas siempre se ha de confiar.

El autor de la música y la letra de este himno fue Russell KelsoCarter, que nació en Baltimore (Maryland EEUU) en 1849 y falleció en la misma ciudad en 1928.

La biografía y su ideología teológica son ciertamente curiosas y muestran cómo las personas pueden derivar por caminos ciertamente excéntricos, por no dar otros calificativos.

Había nacido en una familia metodista. Estudió en la Academia Militar de Pensilvania, donde se graduó de Ingeniero Civil y fue nombrado profesor de matemáticas, tácticas militares, química y filosofía natural y experimental, realizando un notable trabajo en dicha universidad. Tuvo otros trabajos sucesivos: ministro ordenado (adquiriendo una gran reputación como evangelista), médico en ejercicio y autor prolífico. Compuso más de 50 himnos, aparte de poner música a otros de distintos autores. Así mismo, escribió varios libros e innumerables artículos.

Tuvo mal estado de salud toda su vida. Ello seguramente hizo que explorara caminos que pudieran restaurársela. De hecho, ya en 1884 edita un libro que habla de lo que hoy se conoce como “teología de la Prosperidad”, afirmando que por el hecho de ser creyente, Dios da bienestar físico y financiero mediante la oración y la “declaración positiva”. Es en estos años cuando se produce su trabajo como pastor y escribe muchas de sus composiciones musicales, siendo este himno (en inglés: Standing on the Promises), uno de los más famosos y que llega a nuestros días.

También fue influido por el “Israelismo británico” que consiste en creer que los británicos son genética, racial y lingüísticamente descendientes de las tribus perdidas de Israel. Por extensión, los pueblos celtas y anglo-germanos también lo eran.

Tuvo otras excentricidades en su pensamiento, que abandonaría en sus últimos años y que sorprenden en un hombre sumamente brillante y con buenas cualidades como cristiano. Quizás es una prueba más de que el ser humano no es perfecto y cae frecuentemente en notables contradicciones.

Sea como fuere, el himno que nos dejó es toda una declaración de la esperanza en las promesas de Dios para la vida del cristiano y que, como vemos, se afirman y desarrollan en la Palabra de Dios.

Ahora vamos a recordar algunas de esas promesas dadas por Dios, quien es inmutable y “en quien no hay cambio ni sombra de variación” (Santiago 1:17). Vamos a resumir un artículo de Juan Carlos Parra, “Las diez promesas más grandes de la Biblia”, publicado en Protestante Digital y que aporta información sobre este tema.

Dios nos promete:

Su presencia a través del Espíritu Santo. Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo (Mateo 28:20). Esta es una hermosa y gran promesa cumplida sobre la iglesia desde Pentecostés, y sobre cada persona desde el momento en que se convierte a Cristo.

Que todo lo que pase a sus hijos ayuda para bien. Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien… (Romanos 8:28). Esto es a veces difícil de comprender y aceptar, pero es una gran promesa. Cuando estamos en el hoyo de la aflicción, estamos siendo transformados para un nuevo tiempo.  

Que en medio de la debilidad tendremos Su gracia. Dios dijo a Pablo: “Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad…” (1ª Corintios 12: 9-10). La gracia de Dios es suficiente para atravesar los lugares más peligrosos, porque ella nos sostiene.

Victoria plena. Nada nos separará del amor de Dios porque en todo somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó (Romanos 8:35-37).  

Ser nuestra ayuda y fortaleza. Tres veces en este pasaje de Isaías nos anima a no tener temor, porque Dios nos ayudará (Isaías 41:10, 13 y 14).

Proveer lo que necesitemos.  El proveerá conforme a Sus riquezas (Filipenses 4:19), no nos faltará nada (Salmos 23:1) y no debemos estar ansiosos, sino busquemos primero el Reino de Dios (Mateo 6:31-34).

Darnos protección. El Señor es nuestro guardador (Salmos 121: 3-5) y no permitirá que nadie nos arrebate de Su mano (Juan 10:28).

Darnos una nueva morada, la cual preparó Jesús (Juan 14:2).

Darnos vida eterna. En ella no habrá llanto ni dolor, porque seremos pastoreados por Dios (Apocalipsis 7:16-17).

Que conoceremos plenamente a Cristo. Le veremos cara a cara; veremos su rostro y perteneceremos a Cristo (1ª Corintios 13:12, Apocalipsis 22:4).

Hay muchas más. Vivamos cada día creyendo que estas promesas son o serán una realidad en nuestras vidas y gocémonos con la esperanza de su cumplimiento. Amén.

Mª Luisa Villegas Cuadros