LA REVISTA CRISTIANA PARA LA MUJER DE HOY
Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.

Plantas de la Biblia: Enledo en el Diezmo

Print Friendly, PDF & Email

¡Aprended lo que significa: “Misericordia quiero y no sacrificio”!

Todo está permitido en el “arte floral”, como aquella mañana en la campiña aledaña, en que la novia pidió su ornamentación con flores silvestres. Todo el lugar olía a lavanda, verbenas y anisado eneldo. A poco de partir en el viejo carruaje de la estancia hasta la iglesia del pueblo, la novia, como en una simbiosis perfecta, de armónicos y perfumados colores, lucía su particular corona y bouquet de eneldo y calagualas (helecho silvestre).

Estos campos argentinos y aquellos de Palestina, olían fragantes a esta hierba anual de hojas azuladas y verdosas, algo ásperas, con umbelas finamente dibujadas, como diminutas y perfectas sombrillas de flores de un amarillo verdoso prolíficamente desplegadas.  

Toda la planta era comible por su sabor anisado. Las semillas en especial, planas y pequeñas, eran guardadas con el particular arte culinario del encurtido, que da hasta hoy a la cocina del Medio Oriente un toque de conservación en vinagre, de origen milenario.

Las escuelas gastronómicas acuden a esta planta por sus hojas en las ensaladas, y el sabor especialísimo que esta da sobre el pescado, pollo, venado y cordero. Ella es la planta mencionada en Mateo 23:23. La palabra “eneldo” (anís) es tomada del griego y juntamente con la ruda de Lucas 11:42, son similares en arameo. Los diezmos se usaban de manera especial para el sostén de los sacerdotes y levitas. La ley no exigía explícitamente diezmar estas plantas verdes deshidratadas. Diversos grupos de fariseos, discutían entre ellos este diezmo.

El principio de que las virtudes como la justicia, la misericordia y la fe eran las más importantes, es familiar en las Escrituras (Deuteronomio 10:12,13), y los rabinos mismos, algunas veces, resumían la ley desde el punto de vista de principios generales como el amor.

Un intérprete de los judíos como Filón de Alejandría, filósofo griego de origen hebreo que pretendió conciliar la revelación hebrea con la cultura griega, estaba de acuerdo con que había partes más pesadas y más livianas en la ley, por lo tanto, habría respondido a Jesús que ellos prestaban atención a las minucias solamente porque aun el detalle más pequeño de la ley era importante para los piadosos, y enseñaban que uno debía dedicar tanta atención a los detalles mínimos como a los principios.

Pero nuestro precioso Jesús no estaba en contra de la ley (Mateo 5:19); su prédica es que ellos debían haber aprendido, como nosotros hoy, lo que es la Justicia, la Misericordia y la Fidelidad al pacto: “Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos sino a pecadores al arrepentimiento” (Mateo 9:13).

Mª Cristina Jamarlli