LA REVISTA CRISTIANA PARA LA MUJER DE HOY
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Para tí, amiga: El camino de la vida

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¿Conoces el fin del camino de tu vida?

Trabajo en una escuela que está retirada de la ciudad, y yendo hacia ella en estos días, he observado a la vera del camino una gran variedad de flores silvestres de todos colores: violetas, rojas, amarillas; realmente embellecen y recrean la vista.  Observar este increíble paisaje me hizo pensar en el camino de nuestra vida.

Porque es común comparar la vida con un camino, un sendero.  Esta comparación nos permite pensar en aspectos de la vida como el propósito y la dirección; o reparar en el progreso y en la meta a la que estamos llegando, no a cualquier parte, sino a un destino específico que deseamos alcanzar.

Querida amiga, cada una de nosotras va haciendo su propio camino, su sendero, con aciertos y errores, con momentos felices y tragos amargos también. No siempre están las flores en el costado, es más seguro que encontremos piedras, pozos, obstáculos de distintos tamaños y formas. Pero uno sigue adelante cuando sabe hacia dónde va; esa idea fija nos permite transitar e ir superando las adversidades que van apareciendo. Entonces, es apropiado, a esta altura, preguntarte, querida amiga: ¿Conoces el fin del camino de tu vida?

La Biblia, en el Salmo 37:23 NTV, dice: «El Señor dirige los pasos de los justos; se deleita en cada detalle de su vida. Aunque tropiecen, nunca caerán, porque el Señor los sostiene de la mano». 

“Porque los caminos del hombre están ante los ojos del Señor. Y él considera todas sus veredas” (Proverbios 5:21).

No siempre el camino de la vida es fácil de transitar. Muchas veces la incertidumbre, el dolor, los miedos se apoderan de nosotras; es justamente allí dónde Jesús se hace presente en el sendero de la vida, y camina a nuestro lado.

En Romanos 8:28 se nos invita a seguir la dirección soberana de Dios en la vida: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”.

Son las dificultades las que nos moldean. Cuando el camino se torna agreste, complicado o sinuoso, no dudes que el Señor se compromete a acompañarnos hasta llegar a la meta.

Recuerdo en este momento la hermosa parábola del sembrador: “Entonces les habló por parábolas de muchas cosas. Les dijo: «El sembrador salió a sembrar. Al sembrar, una parte de las semillas cayó junto al camino, y vinieron las aves y se la comieron” (Mateo 13: 3 y 4).

Cuando Jesús explica la parábola del sembrador, explica que cuando alguien oye la Palabra de Dios y no la aprecia, no la guarda, viene el maligno y le arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Ésta es la semilla sembrada junto al camino. No permitas querida amiga que esto te suceda. La parábola termina con la semilla que cayó en buena tierra y comenzó a dar fruto. En tu camino encontrarás muchas cosas que querrán detenerte o incluso volverte atrás. ¡No te detengas, mira al Señor con fe sincera, y sigue tu camino!

Miriam M. Córdoba de Urquiza