“Ser llamada es un asombroso privilegio, y obedecer produce un gozo tremendo”
Shirley Chapman fue entrenada como enfermera y comadrona, pero Dios tenía otros planes… Ella nos cuenta su propia historia.
“Habiendo salido para Brasil, me encontré en un pobladito indio en el corazón del Amazonas. El pueblo paumari, a quienes habíamos ido, era un grupo muy reducido. Hay quienes dudan de si merece la pena el esfuerzo…
Diezmados por la enfermedad, los paumari estaban muy desanimados por el menosprecio de los traficantes del río, los colonos y otros. Nuestro primer esfuerzo, pues, fue aprender su idioma, sin libro, con el contacto diario. Animados, empezaron algunas clases de alfabetización.
Como enfermera, y no habiendo ayuda médica, me encontré atendiendo a los enfermos de los diferentes grupos de nuestra área y de la población más numerosa de brasileños no indígenas. Aquí comenzó mi contacto con la GPM, Misión editora y distribuidora de tratados evangélicos, porque me enviaron cantidades de ellos en portugués. A los pacientes brasileños podíamos ofrecerles algunos. Muchísimos los leyeron.
Quiero compartir en cuanto a lo que es comunicar el evangelio. Nosotros, como la GPM, escribimos el mensaje para que la gente lea, oiga y responda, en su propia lengua. ¿No es suficiente la lengua madre? Los paumari hablan más portugués ahora que hace más de 50 años, cuando llegamos, pero no lo dominan. Como es importante que entiendan todo el evangelio, he estado traduciéndolo a su lengua, y he completado el Nuevo Testamento.
Puede haber incomprensión entre las lenguas. Por ejemplo, la historia de Ananías y Safira, de Hechos 5. “Pedro le dijo: ‘¡Mira! Los pies de los hombres que enterraron a tu marido están a la puerta, y te sacarán también’”. ‘Los pies de los hombres que enterraron a tu marido’. ¡Una incongruencia para ellos! ¿Eran sólo los pies de los hombres? ¡No! Nosotros sabemos que podemos usar una parte por el todo, pero los paumari no lo hacen. Por eso teníamos que decir “los hombres están a la puerta”.
Hay también algo muy interesante en su cultura que, de no haberlo conocido, habría sido motivo de mucha incomprensión. Al referirnos a alguien que ya ha muerto, tenemos que usar una palabrita que significa “muerto”. Entonces este versículo tiene que decir: “¡Mira! Los pies de los hombres que enterraron a tu marido, tu marido muerto”, porque si no, daría la impresión de que lo habían enterrado vivo. Hemos de ir versículo por versículo y hacérselo claro para ellos, no podemos saltarnos los difíciles.
Hay casi 2.000 lenguas con las que no se ha empezado todavía a trabajar. ¿Quién alcanzará a esos grupos de personas que no tienen ni una sola palabra de las Escrituras? Si no nosotros, ¿quién? Si no ahora, ¿cuándo? ¿Qué parte de nosotros tiene Dios en la comunicación con quienes no han sido alcanzados para Él todavía? Cuando estudié el primer curso de Wycliffe, Misión que prepara para llevar al papel las lenguas aún sin escritura, el maestro me preguntó por qué no hacía traducción bíblica para dichas lenguas. Mi primera respuesta fue que eso me sería imposible. Pero al decirlo me recriminaba a mí misma: “No puedes decir a Dios ‘No puedo’”.
Por eso fui; y lo hice, ¡traduje! pero no yo, sino Dios conmigo. Recurrimos a toda suerte de ideas para descalificarnos “soy demasiado mayor, o demasiado joven, o no tengo la correcta preparación”; “Yo” esto, “Yo” lo otro. Pero si Dios dice “ve”, o “haz esto”, su orden incluye, implica nuestra idoneidad. Pablo dice que Dios escoge lo débil y lo necio. Eso es cierto, tal era mi calificación.
Ser llamada es un asombroso privilegio, y obedecer produce un gozo tremendo.«