Existen fármacos que ralentizan la progresión de la enfermedad
Pensando en nuevos temas para compartir con ustedes, comenzamos una temporada relacionada con patologías causadas por la respuesta inmunitaria frente al propio organismo, es decir, enfermedades autoinmunitarias. Comenzaremos con el LUPUS ERITEMATOSO SISTÉMICO (LES), que es una de las enfermedades sistémicas del tejido conectivo, provocando daño en numerosos tejidos y órganos, entre ellos piel, articulaciones y riñones, entre otros. Su evolución varía desde formas leves hasta graves. Aunque su origen es incierto, existe una predisposición genética frente a la exposición a estímulos externos como luz solar, infecciones (retrovirus humanos, Epstein Bar, bacterias), factores hormonales, fármacos, sustancias químicas como dieta rica en grasa, tabaquismo, etc. Todo estímulo externo que produzca la activación de una cascada inflamatoria del cuerpo contra sí mismo en forma descontrolada, puede ser un desencadenante.
En el LES, los autoanticuerpos formados activan un proceso inflamatorio que destruye los órganos afectados. Estos autoanticuerpos se acumulan en riñones, piel y vasos sanguíneos, atacando células y modificando su función. La enfermedad se presenta en 30-50 personas por cada 100.000, comúnmente mujeres en edad reproductiva, con una frecuencia ocho veces mayor que en hombres. La edad de inicio es entre 16 y 55 años, aunque hay casos en personas más jóvenes y mayores.
El curso del LES es variable y depende del órgano y del grado de afectación, con periodos de exacerbaciones y remisión. El tratamiento adecuado, el seguimiento médico y el estado inflamatorio del paciente pueden prevenir muchas complicaciones.
Las manifestaciones inespecíficas, que pueden indicar desde su aparición hasta su exacerbación, incluyen fatiga, pérdida de peso, fiebre y falta de apetito. Las manifestaciones específicas incluyen dolores en articulaciones de muñeca, dedos de la mano, rodillas y pies, que pueden acompañarse de edema y producir, a veces, deformidad articular. Un síntoma frecuente es el dolor muscular migratorio de intensidad variable, pudiendo existir atrofia muscular y debilidad.
El eritema en “alas de mariposa” es característico, y consiste en un enrojecimiento cutáneo en las mejillas y puente de la nariz, frente, contorno de ojos, cuello y escote frente a la exposición a luz solar. Pueden aparecer úlceras que deben consultarse a tiempo para descartar otros diagnósticos. Otras lesiones incluyen urticaria, síndrome de Raynaud, eritema periungueal y palmar, entre otros.
A nivel renal, el LES puede conducir a insuficiencia, especialmente en jóvenes. Ante esta sospecha, el médico tratante puede solicitar una biopsia y controlar la función renal mediante pruebas de laboratorio como análisis de orina y niveles sanguíneos de creatinina.
Otros órganos afectados incluyen:
- Corazón: riesgo de cardiopatía isquémica, infarto, aterosclerosis, endocarditis y afectación de válvulas con la presentación de vegetaciones. Generalmente asintomática, aunque hallándose vegetaciones, el paciente debe recibir un tratamiento antibiótico frente a intervenciones quirúrgicas, para evitar endocarditis infecciosa.
- Vasculitis: inflamación de paredes arteriales y venosas, ulceraciones de la piel, necrosis de los dedos.
- Pulmones: fibrosis pulmonar, hipertensión pulmonar, tos seca, disnea, hemoptisis (tos con sangre). Es necesario que el médico tratante descarte patologías infecciosas como neumonía.
- Sistema nervioso: lupus neuropsiquiátrico con alteraciones en atención, memoria, juicio, planificación, estado de ánimo, convulsiones y psicosis.
- Sistema digestivo: dolor abdominal, riesgo de enfermedad ulcerosa y sangrado digestivo.
- Ojos: síndrome de ojo seco (sensación de sequedad, alteración en la visión).
- Osteoporosis
- Síndrome antifosfolipídico: aumenta la formación de coágulos secundarios a la presencia de anticuerpos antifosfolipídicos.
- En mujeres en edad reproductiva es necesario planificar el embarazo, ya que algunos de los fármacos utilizados para el tratamiento pueden dañar al feto, y algunos de los anticuerpos pueden atravesar la barrera placentaria y provocar manifestaciones de lupus en el feto.
Con los avances científicos, existen fármacos que ralentizan la progresión de la enfermedad. La alimentación, el estilo de vida y las patologías preexistentes pueden ser agravantes: la clave es la constancia en las consultas, el conocimiento de la enfermedad, el compromiso con nuestra salud y, como en toda nuestra vida, buscar la dependencia de Dios.