¿Cuál es el remedio para el desaliento?
La Biblia no deja ningún tema sin tratar. Estos dos bosquejos te ayudarán en esos momentos especiales que necesitan de los recursos divinos para ser afrontados. Te sugiero que los estudies y compartas.
Primer Bosquejo: ¿Qué hacer respecto al desaliento? – Lectura: 1 Samuel 30:1-6.
Introducción: El desaliento o desánimo es un mal demasiado prevalente. Aun alguien tan fuerte como David podía caer en él. En el pasaje bajo consideración, veremos no sólo cuáles son algunas de las múltiples causas de esta condición tan negativa, sino también la forma en que puede curarse. Aunque en estos momentos te sientas muy animada, presta atención a lo que la Palabra de Dios nos dice para estar preparada para el día o momento en que tú también puedas sentirte desalentada.
1. ¿Cuáles son las causas de nuestro desaliento? Se podría dar una variedad de respuestas, pero, en el caso de David, las siguientes fueron las que se dieron:
a. Había sufrido severas pérdidas. El relato bíblico indica que David había estado transitando por un sendero peligroso durante algún tiempo ya, y ahora, al llegar a Siclag, donde había dejado a su familia, se encontró con ruinashumeantes. ¡Qué sucesión de pérdidas había soportado! Su derecho al trono había sido ignorado, perdió su lugar en la corte, su autoridad era cuestionada, su propiedad estaba destruida y, lo que era peor, sus seres queridos se hallaban ahora en cautividad. ¿Cuál es la causa de tu desaliento? Es probable que no hayas sufrido tantas pérdidas como David.
b. Le afligía pensar en lo que podía haber sido. ¡Las cosas podían haber sido tan distintas para David! “Si tan sólo…”. Todos decimos eso cuando nuestros planes se han desbaratado.
La mayoría tenemos ambiciones de hacer cosas grandes, y cuando no se alcanzan o fracasamos, estamos expuestos a caer en el desaliento. Muchos de los que nos rodean están desanimados porque sus esperanzas se han esfumado – ver Salmos 42:5,11…
c. Estaba sometido a severas presiones físicas y mentales. Cuán cansado debe haberse sentido David, y cuántos problemas debía afrontar. Es casi seguro que caeremos en el desaliento si nuestro cuerpo y mente están agotados, y los nervios gastados. En momentos así llegamos a tener una visión distorsionada de las cosas, y sufrimos toda clase de reacciones negativas que amenazan con arrojarnos al pozo de la desesperación y la desmoralización. A veces, el mejor remedio inmediato es el de acostarnos, o quizás tomarnos unas vacaciones.
Cuán maravilloso es, entonces, descubrir la verdad del salmo103:13,14.
d. Tenía la convicción interior de que había problemas en cuanto a su comunión con Dios. La relación de David con Dios jamás desaparecería, al igual que nuestra relación con Él jamás puede cambiar si es que somos hijas de Dios. Pero lo que sí puede alterarse es nuestra comunión consciente con Él. Es probable que David estuviera fuera de comunión con Dios, consecuencia de seguir sus propios caminos. Se había apartado de Dios y estaba viviendo en forma descuidada. Esta es una de las maneras más seguras de desanimarnos. ¿Estamos nosotras pasando por un período semejante de decaimiento espiritual?
e. La mano disciplinante del Señor estaba sobre él. Cuando eso sucede, siempre se tratará de un tiempo crítico. Nos disciplina porque nos ama – ver He.12:6; y compara con Dt.8:2,3 y 1Co.11:29-32.
f. Finalmente, David estaba solo. 1Samuel 30:6 nos muestra que había un principio de motín – ver Sal. 55:12,13. ¿Te has sentido desanimada por alguna causa similar?
Estas son sólo algunas de las razones del desaliento de David. Quizás en tu caso la razón sea otra, como en el de Elías (1R.19:4) o Jonás (Jon.4:3). Si es así, lee en Sal.27:13.
2. ¿Cuál es el remedio para el desaliento?
a. Busca estar a solas en la PRESENCIA de Dios. Así lo hizo David -1S.30:8 y compara Sal.18:6. Es el primer paso que debemos tomar si queremos derrotar el desaliento. Debemos entrar en la presencia del Señor y contarle todo. Aun el mismo proceso de hablarle acerca de nuestro desánimo, habrá de aliviarnos y liberarnos.
b. Busca la comunión del PUEBLO de Dios. David también recurrió a esto -1S.30:7. No hay nada que necesitemos más que la comunión, compartir nuestros goces y pesares con aquellos con quienes nos sentimos identificados. Notad la palabra “exhortándonos” en He.10:25, que significa literalmente “alentándonos”. Si te sientes desanimada, procura alentar a algún otro, y tu propio desaliento pronto desaparecerá – Job 42:10.
c. Apóyate con fuerza en las PROMESAS de Dios, como David -1S.30:8. Nota las palabras “ciertamente” y “de cierto”. Hay miles de promesas en la Biblia, y Pablo nos dice de ellas que son sí y amén – 2 Co.1:20. Ninguna de ellas ha fracasado o fallará (Mr.13:31). Pronto desbancarán o desterrarán el desaliento. Ver, por ejemplo, las promesas de Dt.33:27; Sal.55:22; Is.26:3; 41:10,13; 43:2; Mt.11:28; Fil1:6; He.13:5,6.
d. Acuérdate de la PROVIDENCIA de Dios. Aunque David estaba pasando por un tiempo de tremendo trastorno, pérdida y angustia, sin embargo, Dios estaba ocupándose de él en silencio y amor – ver 1 Samuel 30:11-16. Así nos recuerda de nuevo Ro.8:28. Sin duda, el amor desplegado por Dios a nuestro favor en el pasado nos impide pensar que habrá de abandonarnos en el presente.
Segundo Bosquejo: El secreto de la fuerza renovada – Lectura: Isaías 40:25-31.
Introducción: Si somos honestas con nosotras mismas, tendremos que reconocer que muchas veces fracasamos en nuestra vida espiritual. Nos fatigamos y nos faltan fuerzas, y por eso caemos (vs.29,30). Somos conscientes de la debilidad presente en el pueblo de Dios; individual y colectivamente. Por eso hace falta considerar:
1. Las razones de nuestra debilidad. Primordialmente se debe a:
a. Ignorancia de los recursos a nuestra disposición, como vemos en Oseas 4:6; Mt.22:29 e Is.40:28. “¿No has sabido?” Esos recursos son “el Dios eterno”, el Creador y Señor (vs.28, 29) que nos ofrecen poder y fuerza. Contra el triste trasfondo de nuestro fracaso está la promesa de nuestro Dios de cambiarlo en un glorioso triunfo. Sí, este Dios todopoderoso pone sus ilimitados recursos a nuestro favor. Pero el problema es que:
b. No se aprovechan esos recursos. Si el vs.29 afirma que “Él da…”, es evidente que debemos corresponder por recibirlos. ¿Y cómo se hace esto? Hallamos la respuesta en el vs.31: “los que esperan a Jehová…” ¿Qué significa esto? ¿Se trata de orar, adorar, asistir a cultos y leer la Biblia? Sí, pero ante todo quiere decir “estar en silencio ante Él” – Sal.62:1; Pr.8:34. Se trata de depender completamente de Él, de estar listas para escuchar Su voz y obedecerla, teniendo todas nuestras expectativas puestas en Él, en fe, con plena confianza en el Señor y absolutamente ninguna en las fuerzas meramente humanas.
2. Los resultados de esperar en el Señor – se señalan en el vs.31.
a. Tendremos la fuerza de Dios en lugar de nuestra debilidad, mediante un intercambio extraordinario que Él realiza. Será fuerza física – porque Él puede fortalecernos en esta esfera – Ro.8:1; fuerza mental – por ser la fuente de toda sabiduría, Ro.12:2; Ef.4:23; 2Tm.1:7; fuerza moral – para poder afrontar victoriosas las voces tentadoras de este mundo, Ef.6:10; 1Tm.2:1; y fuerza espiritual – Lc.24:49; Hch.1:8; 1Co.1:25; Is.30:15.
b. Disfrutaremos de una vida por encima de lo común porque remontaremos “como las águilas”, por arriba del sórdido nivel de este mundo, volando alto porque pertenecemos al cielo – Fil.3:20; y estamos resucitados con Cristo – Ef.2:6; Col.3:1,2.
c. Haremos cosas sobrenaturales: “correrán y no se cansarán», algo imposible en el plano natural. Dios promete fuerza sobrenatural para cumplir tareas sobrenaturales – Jn.7:38; 14:12 y Fil.4:13.
d. Viviremos victoriosamente en el lugar más difícil: la rutina diaria. Caminaremos sin fatigarnos. A veces es más fácil correr que caminar, en el sentido que resulta más difícil vivir como Dios espera en la esfera de la vida y rutina diaria, pero, con Su ayuda, podremos hacerlo – Gn.5:22; Sal.37:23.
Conclusión: El Dr. A. B. Simpson solía entrar en la presencia de Dios y decir: “Soy un fracaso, no tengo fuerzas, ni vida. Pero Tú eres mi vida, Tú eres mi Fuerza, Tú eres mi victoria”. Y así, con renovadas fuerzas, salía a afrontar los retos de la vida diaria.