LA REVISTA CRISTIANA PARA LA MUJER DE HOY
Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.

Música y letra: Día en día

Dios nos acompaña en cada momento de nuestra vida

“Bendito el Señor; cada día nos colma de beneficios…” (Salmos 68:19)

Este precioso himno es una afirmación de la confianza en la labor diaria de Cristo en el creyente. Dios, por su gran poder y por su gran amor, suple no solo lo que necesitamos sino lo que es mejor para nuestra vida. También sabemos que Él nos consuela, nos sostiene, nos guía en medio de cualquier turbulencia, nos ayuda, nos socorre, nos mantiene, nos da paz. Cristo no solamente murió por cada uno de nosotros una vez (1ª Pedro 3:18), sino que, a través de la obra del Espíritu Santo en nuestras vidas, tenemos su ayuda diaria permanente.

El poema señala la seguridad que tenemos de que Dios nos acompaña en cada momento de nuestra vida. Él es el Consolador en momentos de dolor. Podemos recordar el consejo-mandato de Jesús que nos anima a no estar afanados por nada, sino a ponerlo todo en oración delante de Dios; y Su paz sobrenatural nos guardará (Filipenses 4:6-7).

De la misma manera, en el Salmo 55 (v.22) se nos exhorta a “echar toda nuestra carga sobre el Señor porque Él nos sustentará”.

Así mismo, la letra de este himno nos recuerda que las promesas de Dios son suficientes para guardarnos y sustentarnos. Porque, como dice la Palabra, en Cristo todas las promesas se cumplen, ¡sí! y el creyente responde con fe y seguridad con un “¡Amén!”, que así sea (2ª Corintios 1:20). Y todo esto es para manifestación de su gloria.

1- Día en día Cristo está conmigo, 
me consuela en medio del dolor.
Pues confiando en su poder eterno,
no me afano, ni me da temor.
Sobrepuja todo entendimiento
la perfecta paz del Salvador.
En su amor tan grande e infinito
siempre me dará lo que es mejor.


2- Día en día Cristo me acompaña
y me brinda dulce comunión.
Todos mis cuidados él los lleva;
a él entrego mi alma y corazón.
No hay medida del amor supremo
de mi bondadoso y fiel Pastor.
Él me suple lo que necesito
pues el Pan de vida es mi Señor.


3- ¡Oh! Señor, ayúdame este día
a vivir de tal manera aquí
que tu nombre esté glorificado,
pues anhelo honrarte sólo a ti.
Con la diestra de tu gran justicia
me sustentas en la turbación.
Tus promesas son sostén y guía,
siempre en ellas hay consolación.


Letra: Carolina Wilhelmina Sandell-Berg, 1865.
Música: Oscar Ahnfelt, 1872.
Traducción: Roberto C. Savage y Francisco S.Cook.



Siempre hemos de recordar que Dios nos acompaña día a día, en cualquier circunstancia, y que Él está a favor de nosotros.

La autora de este himno fue Lina Sandell (Carolina Wilhelmina Sandell-Berg), quien nació el 3 de octubre de 1832, falleciendo en 1903.

Lina nació en Suecia, y era hija de un pastor luterano de la pequeña parroquia de Föderyd. Cuando tenía 12 años padeció una enfermedad que le provocó una parálisis parcial que la dejó prácticamente recluida en cama. Sus devotos padres siempre esperaron que Dios la sanaría, a pesar de los augurios negativos de la medicina. Un domingo, mientras sus padres estaban en la iglesia, Lina comenzó a leer la Biblia y a orar. Y algo ocurrió en ese tiempo, ya que cuando sus padres regresaron encontraron a Lina vestida y caminando sin ninguna dificultad. Sin duda un milagro se había producido.

Después de esta experiencia extraordinaria, Lina se dedicó a escribir poemas de gratitud y amor a Dios, publicando su primer libro de poemas cuando apenas tenía 16 años.

Su vida transcurría plácidamente, sin que nada pareciera inquietar su sosegado devenir. Sin embargo, llegó un aciago día en que Lina y su padre subieron a un bote para hacer un pequeño viaje por el lago Vättem. En un movimiento brusco, el padre se cayó al lago y Lina vio horrorizada cómo su padre se ahogaba a escasos metros de ella. Esto la devastó, máxime cuando Lina estaba muy unida a su padre, quien la guiaba espiritualmente en su caminar con Dios. Desde ese momento su poesía cambió. Si antes surgía de un corazón ingenuo, agradecido y consciente de la continua presencia de Dios en su vida, ahora sus poemas procedían de un corazón dolorido, aunque sin olvidar la esperanza en Dios.

Quizás podamos intuir los debates que hubo en su corazón. Por un lado, Dios había hecho un milagro innegable en su salud, y por otro había permitido que le fuera arrebatado su preciado padre. Y Dios en momentos así de duros es cuando más trabaja en el corazón de sus hijos, enviando ese consuelo que permite seguir adelante con la aceptación de lo incomprensible.

Compuso casi 600 himnos, muchos de los cuales fueron musicalizados por Oscar Ahnfelt, músico que con su guitarra evangelizaba por todos los lugares de Escandinavia.

Este músico formaba parte del movimiento “Rosenius”, nombre tomado del apellido de un evangelista que llevó un notable avivamiento a Escandinavia. Sus miembros fueron bastante perseguidos- Satanás siempre atento a lo que puede traer bendición de Dios-, pero muchos fueron tocados por sus palabras, y a través de los cantos de Ahnfelt se dieron a conocer los preciosos poemas de Lina Sandell.

Se cuenta que los contrarios a este movimiento “Rosenius” llegaron a pedir al rey que se prohibieran las predicaciones de estos evangelistas. Carlos XV, rey de Suecia y Noruega, llamó a Oscar Ahnfelt para escuchar lo que sus canciones decían. Éste pidió a Lina Sandell que le escribiera una canción especial y, armado con la guitarra y el poema, se presentó, temeroso, ante el rey. Esto fue parte de lo que entonó:

“¿Quién es el que llama a la puerta de tu corazón?

¿Quién es el que trae a los heridos y doloridos el bálsamo que puede curar y aliviar?

Tu corazón sigue inquieto, no encuentra paz en los placeres de la tierra.

Tu alma aún está anhelando, busca la liberación para elevarse a los tesoros celestiales”.

El rey, conmovido, le permitió seguir cantando en sus dos reinos, Suecia y Noruega. Fue una batalla ganada.

Lina Sandell se casó con un senador sueco y tuvo un hijo. Otra vez la tragedia la alcanzó, ya que éste murió al poco de nacer. Continuó escribiendo hasta que falleció en 1903 a la edad de 70 años, víctima de fiebres tifoideas contraídas unos años antes.

El traductor al castellano fue Robert Carlson Savage, un estadounidense que sirvió como misionero en Colombia. Su traducción data de principios del siglo XX.

El testimonio de fe y esperanza de Sandell, ha quedado plasmado en este hermoso himno: “Día a Día”. Solo recordar su título nos lleva a apreciar la misma fe y esperanza que ella depositó en el tierno cuidado de Dios, recordando siempre que sus promesas se cumplen. ¡Confía en que, día a día, Cristo te acompaña!

Mª Luisa Villegas Cuadros

Caminemos Juntas
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.