La sorprendente historia de una mujer llamada Dorcas
Existe una variedad de rosas que, en verano, por la mañana temprano, se muestran marrones, arrugadas y marchitas; aparentemente muertas. Pero después de que el sol les ha estado dando de pleno durante una hora o dos, los arbustos se adornan con delicadas flores color de rosa. Esto me recuerda a una mujer de la que se nos habla en Hechos 9:36-42.
En el extremo oriental del mar Mediterráneo, en la ciudad costera de Jope, vivía una mujer llamada Dorcas (otra forma de este mismo nombre era Tabita). Su nombre significa “gacela”, un animal muy delicado y gracioso. Y así era ella. Hechos 9:36 la define como una discípula de Jesucristo, y dice que “abundaba en buenas obras y limosnas que hacía”. Esas buenas obras incluían hacer túnicas y otras ropas para las viudas y, seguramente, para sus hijos también.
Dorcas debió de haber tenido cierta cantidad de dinero para proveer a los necesitados de esta manera. No estaba satisfecha dando simplemente su dinero a los pobres, ni tampoco les daba lo que le sobraba. No, ella entregó su tiempo y energía, cortando y cosiendo de manera amorosa para proveer a aquellos en necesidad con ropas nuevas y a la medida. El resultado fue que cuando esta amable y amorosa señoraenfermó y murió, sus vecinos la lavaron y la pusieron en una sala, y enviaron a dos hombres a la cercana ciudad de Lida para que le rogasen al apóstol Pedro que viniese rápidamente.
Al llegar allí, Pedro fue recibido por un grupo de viudas que lloraban y que estaban muy tristes por la pérdida de su benefactora. “Entonces, sacando a todos, Pedro se puso de rodillas y oró; y volviéndose al cuerpo, dijo: Tabita, levántate. Y ella abrió los ojos, y al ver a Pedro, se incorporó. Y él, dándole la mano, la levantó; entonces, llamando a los santos y a las viudas, la presentó viva” (vv. 40,41). El resultado a largo plazo fue que esto fue notorio en toda Jope, y muchos creyeron en el Señor (v. 42).
Quizás la primera parte de tu vida, hasta ahora, has estado “muerto en delitos y pecados” (Efesios 2:1), y te gustaría recibir vida espiritual, eterna, abundante. El Señor Jesucristo murió, fue enterrado y se levantó de la tumba para hacer esto posible. Si le hablas de tu necesidad, confiesas a Él tus pecados, y crees que fue por ti que Él derramó su sangre preciosa y sin pecado en la cruz del Calvario, entonces Él ha prometido perdonarte y darte vida abundante, Su vida. Por favor, lee y cree de corazón las promesas que se hallan en Juan 1:11,12; Juan 3:16; Romanos 6:23 y Efesios 2:8,9.
Y si una vez fuiste seguidor del Señor Jesús pero has caído en el mundo -actuando y pareciendo como si estuvieses muerto- tú, también, puedes ser restaurado para disfrutar la plenitud de vida en Cristo. El camino de vuelta es, como el de entrada, a través de la cruz de nuestro querido Salvador. ¿Por qué no vas hoy mismo a alguien que sea un verdadero discípulo de Jesucristo y le pides que ore por ti?