La tiroiditis crónica linfocitaria es de origen autoinmune…
Continuando con las enfermedades autoinmunes, hoy revisaremos la Enfermedad de Hashimoto.
Esta enfermedad (médicamente tiroiditis crónica linfocitaria) es de origen autoinmune, donde el sistema inmunológico produce anticuerpos contra la propia glándula tiroides provocando una inflamación en esta y disminuyendo la producción de hormonas.
Es el trastorno de la función tiroidea más frecuente, presentándose en un 5% de mujeres adultas y un 1% de hombres, y también la causa más frecuente del hipotiroidismo. El riesgo de aparición aumenta con la edad, especialmente después de los 60 años, aunque también se ven afectadas personas jóvenes y niños. Puede presentarse con otras enfermedades autoinmunes tales como diabetes mellitus tipo 1, enfermedad celíaca, artritis reumatoide, vitíligo… entre otras.
Con respecto a sus manifestaciones, la enfermedad de Hashimoto es una de las causas más frecuentes de aparición de bocio. Sus síntomas pueden ser locales y secundarios a la deficiencia de las hormonas tiroideas, desarrollándose lentamente, en distinta intensidad dependiendo de la duración del hipotiroidismo y del avance del daño a la glándula. Los síntomas principales de hipotiroidismo son: sensación continua de frío, cansancio/somnolencia, depresión, trastornos de la memoria, aumento de peso, estreñimiento, ritmo cardíaco disminuido, hipertensión arterial, piel seca/escamosa/pálida, pelo seco, trastornos menstruales e infertilidad.
Las consecuencias de un hipotiroidismo grave abarcan enfermedades cardíacas, infertilidad y, en casos muy graves, coma. En el caso de mujeres en edad fértil, es de gran importancia el diagnóstico de hipotiroidismo en su planificación del embarazo, ya que esta condición resulta muy desfavorable tanto para la madre como para el feto. Por otro lado, las personas con hipotiroidismo oculto pueden no observar ninguno de los síntomas mencionados, y ser detectable sólo en base a pruebas hormonales y frente a alteraciones en resultados de laboratorio como anemia y colesterol elevado.
Frente a la aparición de síntomas, algunos muchas veces inespecíficos, el médico tratante deberá hacer un interrogatorio exhaustivo y solicitar laboratorios para determinar la concentración de TSH (Hormona Estimulante de la Tiroides): una prueba preliminar para la valoración de la función tiroidea, si resultare anormal, por encima del valor superior normal, implica que se debe realizar una determinación de tiroxina libre (FT4). El hipotiroidismo clínico se diagnostica si la concentración elevada de TSH va acompañada de una concentración disminuida de FT4. El hipotiroidismo oculto, en cambio, manifestará un nivel sérico de TSH elevado acompañado de un nivel sérico de FT4 normal. Ya con los valores de laboratorio, el médico intentará determinar la causa mediante la realización de ecografía de tiroides, determinación de anticuerpos antitiroideos plasmáticos, especialmente de anticuerpos anti-peroxidasa tiroidea (anti–TPO) y anti-tiroglobulina (anti-Tg): un nivel elevado de anti–TPO es característico de la enfermedad de Hashimoto.
Sobre esta base, el médico tratante buscará aplicar la terapia correspondiente y la dosis adecuada. El tratamiento que se aplica es teniendo en cuenta el hipotiroidismo, es decir, indicando hormonas tiroideas tales como la levotiroxina sintética. Su ingesta se realiza en forma regular, en ayunas por la mañana 30 a 60 minutos previo del desayuno. Una vez que se inicie el tratamiento, el médico solicitará un laboratorio cada 6-12 meses para ver cómo se encuentran los valores de las hormonas sanguíneas. Dependiendo de estos resultados el médico aumenta o disminuye la dosis, buscando limitar al máximo los síntomas del paciente. Es muy importante que el médico conozca la medicación habitual del paciente, ya que muchas veces se puede interferir con el correcto actuar de los mismos con el uso de la levotiroxina.
Como mencionamos previamente, la presencia de una enfermedad autoinmune debe ser una llamada de atención para estar alerta frente a la posibilidad de aparición de otras patologías. Por eso, la conciencia, el conocimiento y la responsabilidad con nuestra salud sumado a la atención personalizada e interesada del médico tratante, hará la diferencia en el curso de la enfermedad.