Y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible…
Hace poco más de 50 años que la medicina general comenzó a relacionarse con la psicología, comprobándose la importancia de los factores anímicos en la producción de afecciones físicas. Pero asombra leer que ya en la antigüedad, Sócrates expresó dirigiéndose al médico: «No dejes que nadie te convenza de que le sanes hasta que te haya dado primero su alma para ser curada, porque este es el gran error de nuestros días en el tratamiento del cuerpo humano, que los médicos separen el cuerpo del alma».
Esta estrecha relación entre el cuerpo y la psiquis tomó el nombre de medicina psicosomática. Desde entonces, enfermedades como úlceras de estómago y duodeno, asma bronquial, ciertas formas de hipertensión arterial, trastornos gastrointestinales, cardiovasculares, enfermedades alérgicas y de la piel, etc., se estudian con un amplio criterio psicosomático.
Somos una unidad, una estrecha relación mantenida entre el soma (cuerpo), la psiquis (emociones) y el espíritu. Cualquier afección de alguna de estas tres áreas, afecta las otras dos.
Durante los años juveniles nos encontramos con manifestaciones somáticas que pueden interpretarse tanto como reacción neurótica frente a los conflictos emocionales, o como enfermedades neurovegetativas, en donde la emoción afecta directamente al órgano vegetativo. La base de estas manifestaciones está en el conflicto emocional generado en situaciones sin resolver, especialmente en la edad temprana.
Todo cambio genera ansiedad; en los años juveniles se experimentan profundos cambios, que constituyen terreno fértil para los temores hipocondríacos; el cuerpo genera ansiedad, siempre hay una manifestación orgánica que va variando de síntomas, pero que revela el desplazamiento de la ansiedad al cuerpo, favoreciendo el temor a enfermarse.
Algunas de las más comunes manifestaciones orgánicas de índole psíquica son:
Afecciones de la expresión verbal:
Tartamudez: El índice causal de conflictos psicológicos es alto. Generalmente expresa timidez e inseguridad. Es también indicador de sentimientos de culpa ante situaciones que no puede resolver, o frente al manejo de impulsos que, al necesitar ser canalizados, el temor a no lograrlo, le hace tartamudear.
Afecciones de la piel y alérgicas:
Las personas asignan emocionalmente gran valor a la epidermis. Basta ver el dinero invertido en cosméticos para obtener el tono de piel bronceado y terso que confiere, al que lo logra, sensación de bienestar y belleza.
La piel se constituye en un medio de comunicación entre los seres humanos. Con ella se expresan las emociones: el rubor de la vergüenza o la culpa, la palidez del miedo, etc. Las lesiones de la piel no se pueden negar. Así encontramos el acné juvenil (tan asociado a cambios orgánicos como emocionales, localizado especialmente en el rostro), la psoriasis, el eczema, el hirsutismo (excesivo bello) que en la mujer es sentido con desagrado porque atenta contra el sentimiento de femineidad.
Afecciones del aparato digestivo:
Úlcera: una vez diagnosticada, esta afección adquiere en la mente del paciente, diversos significados y valoraciones. Para algunos es vivida como un orificio en el estómago, que puede provocar una peligrosa hemorragia. La misma está ligada a conflictos que pueden arrastrarse desde la niñez. Es una forma de expresar el conflicto, hacia adentro, hacia sí mismo, que puede interpretarse como una autoagresión.
Afecciones de la alimentación:
Los trastornos de la alimentación constituyen una patología de origen múltiple, ya que una variedad de factores contribuye a su desarrollo y mantenimiento. La frecuencia mayor se da en la edad juvenil.
Encontramos en estos trastornos tanto factores predisponentes (psicológico-biológicos, sociales), como factores que precipitan los trastornos: situaciones de estrés, pérdidas laborales, afectivas, interrupción de un noviazgo, abandono de estudios, etc.
En la etapa juvenil son bien conocidas dos manifestaciones de una misma patología: anorexia y bulimia nerviosa, ambas ligadas a la imagen corporal.
El término «imagen corporal» expresa que toda persona lleva consigo una idea apenas consciente de su propio cuerpo y de las partes que lo componen. Las personas pueden verse de manera diferente a como las ven los demás; mejor o peor, o simplemente diferente. Así, la joven esbelta puede sentirse obesa. Se ha dicho que el hecho de que una mujer sea considerada atractiva o no, depende primordialmente de lo que ella misma sienta. La autoimagen tiene mucho que ver con la forma en que han sido satisfechas las necesidades afectivas, sobre todo en épocas tempranas de la vida, en la relación con los padres.
Anorexia nerviosa: la bien conocida enfermedad de Willian Gull, tan manifiesta en esta época, más en mujeres que en hombres, se caracteriza por:
- Intenso temor a subir de peso corporal y volverse obesa (aun estando por debajo de su peso). Este temor es mórbido.
- La significación del peso y figura corporal están distorsionadas. Algunas mujeres sienten preocupación por determinada parte de su cuerpo y a ella dedican todo su esfuerzo para mejorarla (gimnasia, masajes o cualquier actividad física).
- La pérdida de peso se logra a través de dietas largas, ayunos o ejercicios físicos excesivos.
- Tiene formas particulares de alimentación: comen fuera de hora, esconden el alimento, pican o comen miguitas. No participan de la mesa familiar generalmente, porque se constituyen en centro de atención de los que la componen.
- Generalmente la anoréxica tiene, o termina teniendo, serios conflictos de comunicación, sobre todo en el ambiente familiar, del que se evade por temor a ser controlada en lo que ingiere, en especial por sus padres. En la anorexia tiene también mucho que ver la connotación social, el modelo que nuestra cultura impone para la joven de hoy, con el cual se ve presionada, y si no lo logra, su autoimagen se ve afectada.
Por otra parte, es fácil de entender que cualquier perturbación emocional puede transformar un proceso psíquico como el apetito, regulador de la ingestión de alimentos. La anorexia está considerada como una expresión psicosomática, es decir, es la respuesta a problemas situacionales de la persona. Generalmente quienes la padecen no tienen conciencia de la enfermedad por lo cual se resisten al tratamiento. Generalmente son los padres de los adolescentes y jóvenes los que consultan primero, preocupados por la salud y aspecto físico de sus hijos, quienes pueden llegar a extremos de desnutrición, inanición y aun peligro de muerte.
Bulimia nerviosa: Se caracteriza por la ingesta excesiva de alimento en corto plazo. Incurre en atracones con la sensación de no poder dejar de comer; a esto le suceden conductas compensatorias, repetitivas, como son la provocación del vómito, el uso de laxantes y diuréticos o el ejercicio excesivo.
La ingestión de alimento cobra un significado que va mucho más allá de lo meramente metabólico: el ser alimentado por la madre se convierte en sinónimo de ser amado y cuidado en general. Hay personas que en situación de estrés o frustración afectiva comen en exceso, como si el alimento fuera el representante del amor y la gratificación, teniendo para ella efecto pacificador y sedante. A veces, una expresión de conflictos sexuales.
Querida joven, qué importante es cuidar la salud integral de nuestro ser. La corporal, evitando ser dañada por medios externos o por lo que ingerimos. La salud emocional, cuidando de no exponerla a situaciones que puedan dañarla, preocupándonos por nuestra conducta a fin de no sufrir consecuencias indeseadas. Y, sobre todo, nuestra salud espiritual, enriqueciéndola con el estudio de la Palabra de Dios y la comunión con Él.
Que el deseo apostólico se vea cumplido en nuestras vidas:
«Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo» (1 Ts. 5:23).
Pídele al Señor que así sea.